Vivir mejor, sentirnos realmente mejor con nosotros, aumentar nuestra autoestima, ser mejores personas, mejores profesionales y mejores líderes puede ser una tarea que implique un gran esfuerzo, sobre todo porque es fácil inclinarnos a ver lo malo de lo que nos rodea, a pensar que las cosas no tiene razón de ser o verlas peor de lo que realmente pueden ser.
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En medio de tanta información, de nuestros arraigados hábitos que buscamos cambiar y de las trivialidades de la cotidianidad (que muchas veces son demasiadas), poder tener claro aquello que es realmente importante marcará la diferencia entre un camino lleno de estrés, angustia, ansiedad y desesperación, y uno que –aunque pueda llegar a tener dificultades– siempre muestre una luz.
Cuestionarnos constantemente es fundamental para poder marcar esa diferencia, pero no como un juicio en el que buscamos castigarnos o darles validez a los argumentos que nuestros miedos inventan para no avanzar con los cambios que queremos lograr; me refiero a cuestionarnos como un acto reflexivo, donde podamos preguntarnos sobre la validez y fondo de aquello que creemos importante, que deseamos y también de aquello que pretende entorpecer nuestro camino.
Hay por ejemplo quienes quieren pasar bajo una imagen de perfección y pureza, viviendo tan solo de la apariencia, cuando en el fondo tienen miedo de descubrir y mostrar todo lo que pueden ser, dar y lograr, en vez de solo mostrar para tratar de impresionar. Viven atemorizados del juicio que los demás puedan emitir, de lo que dirán o puedan llegar a pensar… y piensan tanto en los otros que olvidan pensar en ellos mismos y por ellos mismos, borrando todo rastro de autenticidad en sus vidas, entonces ¿qué es lo importante?, ¿ser real o una mera apariencia de algo o alguien más?
También están aquellas personas que aman construir pequeñas estructuras de orden donde por lo general tratan de ser el centro, todo para tener la sensación de tenerlo todo bajo control, temiendo que cualquier cambio es un error y por consiguiente puede ser catastrófico; pero olvidan que quien deja de cometer errores está cometiendo uno de los más grandes que pueda existir, ya que ha dejado de intentar, y así, cuando nada puede cambiar, no hay posibilidad de aprender lecciones, construir soluciones, recuerdos o vida alguna, entonces ¿qué es importante?, ¿tener el control o tener una vida?
Y como este par de ejemplos hay muchos más, por lo que es clave no parar de preguntarnos a nosotros mismos ¿qué es lo importante?, ¿acumular cosas o compartir alegrías?, ¿ganar pequeñas batallas a costa de otros o luchar por lograr grandes victorias que nos conecten con algo cada vez más grande?, ¿decir buenos discursos o actuar con grandes ejemplos?, ¿desear tener éxito o construirlo?, ¿hablar de amor o hacerlo?, ¿querer simplemente ser feliz o atreverse a ser?
Para ti, ¿qué es lo importante?…