Opinión

Cadáveres

Me encuentro con una noticia que estremece pero que no tuvo mucho eco: en el 2016 se encontraron 20 cadáveres en los humedales de Bogotá.

Desde que me mudé a la capital, hace 25 años, he oído siempre que es muy insegura, aunque poco me haya pasado. Fui correteado por un ladrón que quería mi reloj, me sacaron un celular en Transmilenio y hubo una serie de robos en mi apartamento; nada que alguien que viva acá no haya experimentado. El punto es que la idea de que Bogotá insegura es igual de perenne a la de que la economía anda mal. ¿O dígame usted cuando ha oído que a Colombia le va divinamente y el dinero sobra?

Y luego sale a mediados de este mes un nuevo informe de Bogotá Cómo vamos que dice que el 54% de los habitantes se siente inseguro, cifra mayor al 41% del año pasado. Mucho de eso tiene que ver con que entre enero y octubre del 2016 se hayan registrado 30.528 casos de hurto a personas, y que en el mismo periodo en el 2017 subieran a 41.223. Entonces eso de que Bogotá es insegura no es cuento chino. Ya lo sabíamos, pero con cifras en mano es otra cosa.

Aunque a mí me dicen mucho más los 20 muertos hallados en los humedales que los atracos porque tiene mucho de macabro. La noticia pasó de agache más allá de que la denuncia la haya hecho desde el año pasado el concejal Daniel Palacios. Al parecer se trata de crímenes entre bandas delincuenciales. Cada tanto se encuentran cuerpos de personas entre 15 y 35 años, muchas veces con marcas de haber sido liquidados con armas de fuego. Once de ellos, por ejemplo, se encontraron en el humedal de Tibanica, en Bosa.

Entonces sí, muy tenaz que uno vaya por la 13 y le rapen el celular, pero sabemos que pasa con frecuencia e incluso por qué pasa. Veinte muertos a bala encontrados en el agua dan pavor, básicamente porque le tememos más a lo desconocido, a lo que no podemos ver. Ahora, un celular se lo roban a cualquier hijo de vecino, pero si a usted le disparan y lo tiran a un humedal, quizás estaba metido en cosas raras. No tanto como el famoso “No estarán recogiendo café” de Álvaro Uribe, pero por ahí va la cosa.

Y hablando de rarezas, dos noticias más que vienen con muertos encima. Mientras restauraban una iglesia del siglo XVIII en La Calera encontraron los cuerpos de una pareja y un bebé que datan del siglo XIX, y lo raro del asunto es que no se les diera cristiana sepultura a pesar del lugar donde estaban enterrados. Certezas, pocas; conjeturas, muchas, las cuales incluyen suicido, incesto y hasta un amor prohibido.

Por último, capturaron a Cecilia Rueda, la esposa del dueño de la cadena de mercados Surtifruver de la Sabana, Jhonny Alonso Orjuela Pardo, asesinado en octubre del 2016. Con tanto dinero en juego debido al éxito de la marca, el caso ha estado lleno de hechos raros que incluyen una extraña cita una noche de jueves en la autopista Norte con calle 178 a la que llegó la pareja de sicarios que lo asesinó, e incluso un supuesto interés de las Farc por comprar el negocio, ofrecimiento al que Orjuela se habría negado.

Con todo esto, toca dar gracias porque pudiendo estar muertos, los que quedamos aquí hemos sufrido apenas un par de robos con sus respectivos sustos. No es mucho, tampoco un consuelo, pero siempre será mejor dar la cartera que la vida.

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