En la ‘negociación’ de La Habana, que inmerecidamente se denomina negociación, se renunció a los valores de la democracia constitucional, las libertades públicas y los derechos civiles, se ‘incorporaron’ figuras sofisticadas, inexistentes en la Constitución Política y en el ordenamiento jurídico colombiano, se ‘mandó al traste’ el Estado de derecho, y con ello, el cumplimiento de lo ‘acordado’ en La Habana por las Farc y todo ese sanedrín de cínicos que piensan y venden la idea de que masacraron a miles de colombianos por un país mejor.
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Se indicó que lo que venía era una gran trampa para los colombianos y para los que ingenuamente creían que las Farc no tendrían curules gratis en el Senado y en la Cámara. En realidad sí les salieron gratis, mientras las víctimas pagaron el precio de la desolación y de la muerte. A las víctimas de Bojayá; a los miles de niños, víctimas del reclutamiento forzado; a los afectados del Club El Nogal; a los diputados del Valle, secuestrados con perfidia y confinados en campos de concentración en la selva, quienes posteriormente fueron masacrados vilmente; a los gobernadores asesinados, como el del Caquetá, Luis Francisco Cuéllar o el caso de Jaime Lozada, quien fue gobernador del Huila y ultimado por órdenes de alias el Paisa.
Desde 2010, las Farc tenían claridad en su estrategia global para la toma del poder, desde luego, de la mano del Eln. El plan estaba basado en tres ejes centrales: estrategia política, estrategia de masas y, desde luego, estrategia militar. En esta última quiero hacer especial énfasis; no es coincidencia que este diseño tenga como contenido la preservación y acumulación de reductos militares dentro de un esquema de estrategia política. A eso hoy se le conoce como las disidencias del proceso, las cuales han sido organizadas extrañamente en 14 grupos, que se destacan por su sevicia: la columna móvil Jacobo Arenas; la Teófilo Forero; los frentes 1, 7, 40, 32, 17; las Guerrillas Unidas del Pacífico; el grupo de David; el de Alirio y el de Hugo, que, por coincidencia, son originarios del frente Daniel Aldana.
Dentro de la estrategia política, que se caracteriza siempre por una solución política al ‘conflicto’, con el objetivo de un ‘país en paz’, con la construcción de una fuerza política, militar y de masas, que también tiene elementos esenciales como parar la guerra, impulsar movimientos nacionales a favor de la paz, espacios para gobiernos de izquierda y alternativos, formación de fuerza electoral amplia, diálogos con el Gobierno y todas las condiciones de gobierno, acordes con la estrategia global. Tampoco es coincidencia que en el informe de La Habana, de 2012, hablaran de “en el hipotético de un acuerdo con el Gobierno, las Farc no están pensando en planes de reinserción o desmovilización, como ellos lo pintan”.
También, durante la campaña del ‘no’, se evidenció, muchas veces, que las víctimas serían burladas, pues los cabecillas de las Farc llegarían sin votos al Congreso, sin pasar por un sistema judicial que permitiera verdad, justicia y reparación, y con plenas garantías, dinero y posibilidades de lanzar a su máximo líder como candidato a la Presidencia.
Lograr entender esto es tan aberrante como quien pretende hacerlo; un Estado de derecho firme no contemplaría esa posibilidad, los acuerdos nunca posibilitaron que el máximo cabecilla fuera candidato a la Presidencia. En la campaña del ‘no’ se denunció, entonces dijeron que eran mentiras del ‘no’. Y ahora, ¿qué nos espera?… ¡Coincidencias!