Un día esta calle estaba bien gastada, rota, al día siguiente llegaron a hacer esta obra y esa misma semana ya estaba perfectamente pavimentada, como si fuéramos Japón. La comparación con Japón y lo de perfectamente pavimentada son extravagancias. Acá no hacemos perfecto nada, ni pavimentar una calle, pero ajá.
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Hay que abonarle a la alcaldía, al IDU o a quien corresponda, que a la fecha se han tapado unos 100.000 huecos, superando así la meta de 90.000 que se habían planteado, todo con una inversión superior a 138 mil millones de pesos. 100.000 huecos y aún quedan montones, así de mal estamos. No estoy metido en política ni soy experto aunque me interese el tema, pero en este tiempo he podido ver en Bogotá algo que en administraciones pasadas no ocurría: obras. Después hay que analizar si quedaron bien hechas, si serán duraderas o no, pero lo cierto es que se ve la maquinaria por ahí haciendo cosas.
Lo que no entiendo es por qué hay calles que repavimentan una y otra vez y otras que no ven asfalto hace años, décadas, aunque tengan huecos descomunales. ¿A qué obedece? ¿De qué depende? ¿De que sean principales o alternas? ¿De que queden en el norte o en el sur? ¿De que alguien importante mueva palancas para que le hagan la obra? Son ideas que aterran, pero que no son tan descabelladas. Una de las primeras obras que hizo el ex alcalde Samuel Moreno fue pavimentar la calle de su casa, lo sé porque en la misma vía vive una tía mía. Durante casi 20 años la calle, que además es cerrada, estuvo vuelta nada, y apenas el del Polo subió al poder entró en obra y quedó perfectamente plana y demarcada, como si fuera una gran avenida.
A usted puede no gustarle Peñalosa, su terquedad, su ego, que nos quiera meter Transmilenio por los ojos, hasta por la séptima, lo que no entiendo es con qué autoridad sus opositores, los que estuvieron montados tres periodos en el poder, critican sus obras, si al menos las ejecuta. Recuerda uno las épocas de la máquina tapa huecos, ese experimento que fracasó y que generó no solo malestares, sino multas y acusaciones.
Que sigan tapando huecos, pero no solo donde los ricos, y también haciendo obras que mejoren la ciudad. Yo no veo cómo va a caber Trasmilenio por la séptima, pero dicen que la obra valorizará toda la zona. Ya veremos.
Es eso, o que vuelva Petro encarnado en otro alcalde, que vuelva el Polo, y no solo dejen de tapar huecos, sino que permitan que su número aumente. Sería una buena excusa para volver a ver a Don Jediondo haciendo de Jorge Barón, al lado de los payasos Cornetín y Arnoldín, en el desaparecido festival del hueco, de No me lo cambie; a mi juicio, lo mejor que se ha hecho en toda la historia de la televisión, no colombiana, sino hispanoamericana. No tendríamos vías, pero sí diversión asegurada.