Todo lo que existe detrás de un rostro

Juliana Vargas reflexiona sobre las implicaciones del reconocimiento facial del nuevo iPhone X.

Como abogada especializada en Derecho y tecnología, no pude evitar hacerme miles de preguntas cuando Apple lanzó el Iphone X. “¿Desbloquear un teléfono con reconocimiento facial?, ¿eliminar el botón de home?, ¿usar un dato sensible como método de desbloqueo por defecto?

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Hablando en términos netamente prácticos, desbloquear un teléfono por medio de un reconocimiento facial es más simple y rápido que un código de acceso. En este sentido, Apple sí pensó en hacerle la vida más fácil a sus consumidores, pero también suscita preocupaciones que los usuarios muchas veces ignoran.

Para presentar estas inquietudes me tomaré el atrevimiento de jugar. Este juego consiste en imaginar el peor escenario posible y buscar soluciones que lo mejoren. George Orwell ya imaginó este escenario hace 68 años a través de una novela. En el 1984 de un mundo alterno, éramos una sociedad continuamente vigilada a través de telepantallas, alguien o algo que se hacía llamar “El Gran Hermano” lo sabía todo de todos y se vivía en un estado de miedo constante. En cualquier momento, sin saber cómo exactamente, usted podía realizar algo que no le gustara al régimen y le llevarían preso a hacerle quién sabe qué.

Tal vez he exagerado, no es posible que con un rostro se sepa todo acerca de la persona. Dependiendo de quién tenga este dato y cómo lo procese, se puede saber cuál es su nombre, qué edad tiene, dónde estuvo ayer y si viajó el mes pasado. De pronto pueden llegar saber qué comida le gusta, qué ropa usa, qué educación tiene y cuál es su profesión. Eventualmente, se podría llegar a saber que hará la próxima semana, cuál es su esperanza de vida y si tiene propensión a cometer algún delito. Entre más datos se tengan, más fácil será llegar a otros y poco a poco tener un perfil más claro de la persona ¿Ya mencioné que no podría esconder su identidad sexual? Científicos de la Universidad de Stanford sometieron a análisis de un software de inteligencia artificial 130.000 imágenes de hombres y mujeres. El software determinó, con un 91% de exactitud, si la persona era homosexual o heterosexual.

Discúlpeme, pensándolo bien, no estoy exagerando. Teóricamente, podríamos llegar a vivir en una sociedad orwelliana en la que el derecho a la autodeterminación no existiera, y en cambio, serían otros quienes determinaran quiénes somos. Llegaría a ser cierto que “quien controle el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro”, como bien dijo este escritor, y usted y yo estaríamos sometidos a dicho control.

¿Se está asustando? Bien, mi juego surtió efecto, el miedo ayuda a ser consciente de todo lo que está en riesgo; pero, al mismo tiempo, existe suficiente regulación relacionada con la protección de datos personales que impediría que llegáramos a tal escenario. Apple no puede tener acceso a nuestros rostros y procesarlos como quiera. Debe seguir ciertos lineamientos jurídicos, avisarle al usuario cuáles son las finalidades para las cuales usará su rostro y mantener este dato sensible bajo estrictas medidas de seguridad.

No obstante, no se relaje, el reconocimiento facial ya existía, lo que hizo Apple fue masificarlo, y eso causa riesgos por mucho que se cumpla con un correcto tratamiento de datos personales. Exacerbar esta tecnología una vez más saca a la luz la pregunta de si debemos tener alguna expectativa de privacidad. El ingeniero Scott McNealy alguna vez dijo “you have zero privacy anyway. Get over it” (No tiene privacidad de todos modos. Supérelo). Es cierto, y por esa razón, bien puede comprar el Iphone X, es un producto espectacular; sin embargo, úselo bien. Cuídelo, utilice las medidas de seguridad que el teléfono le ofrezca, proteja su privacidad. De otra forma, existe la posibilidad de que un tercero ajeno tenga acceso a su esfera más íntima, a su propio rostro, y lo afecte. Compre el Iphone X si así lo desea, pero no regrese a 1984.

Por: Juliana Vargas / @jvargasleal

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