Si hay una decisión delicada a la que todo futuro padre o madre debería consagrar su ingenio por entero, esta es el nombre escogido para sus vástagos en gestación. Pero, tal como suele ocurrir con las predilecciones políticas, religiosas o deportivas, la identidad suele ser algo que se nos impone por la fuerza, y en muchas ocasiones para mal.
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De ahí que a diario nos tropecemos con tantos despropósitos y aberraciones sonoras y conceptuales, cuando de nombres y apellidos se trata. Existen, por ejemplo, mezclas que deberían ser suficientes para desalentar cualquier intención reproductiva o de unión conyugal entre dos seres sensibles. Si tu apellido fuera Daza y el de tu prometido Mier… ¿no sería sensato revaluar la posibilidad de tener hijos? Piensen ustedes en aquellos individuos cuyo apellido paterno comienza con la sílaba ‘ca’ (Castro, Carvajal, Cardoso) y su nombre de pila termina en esta misma, digamos, por ejemplo, ‘Erika Carvajal’. La anterior constituiría una desdicha silábica evitable.
El mundo está cargado de nombres curiosos y de historias tras ellos. Colombia también. Cómo olvidar el clásico concurso del ‘sintocayo’ organizado por Jorge Barón en su espacio de Señoras y señores, por allá en 1986, o a los ya socorridos ‘Usnavys’ que por ahí andan oficializados en las registradurías. Hay quienes parecen predeterminados nominalmente a ser lo que son. Lo anterior puede decirse, por ejemplo, de Harry Sasson. También del glorioso pedalista nacional Patrocinio Jiménez, cuyo destino al parecer fue buscar eternamente un patrocinador digno y nunca conseguirlo del todo. Otros, en cambio, tienen identidades antagónicas a sus oficios o cuanto menos desaprovechadas. Unas semanas atrás me enteré de que Maluma es en realidad Juan Luis Londoño Arias, combinación más propia de un diputado caldense que de cualquier otra cosa. O que un integrante de One Direction se llama Harry Styles. Si yo fuera él, pondría un salón de belleza y no una banda. No olvido al pobre de John Vélez Uribe, un simpático quindiano, quien para tranquilidad suya falleció antes de ver cómo su combinación de apellidos quedaba desgraciada por cuenta del destino.
La lista de personalidades de nombres cambiados en Colombia es una temática tan manoseada que ya se antoja cliché y por lo mismo pareciera inútil recordar que Claudia de Colombia se llamaba Blanca Gladys Caldas; la difunta Vicky, Esperanza Acevedo Ossa; Mario Gareña, Jesús Arturo García Peña; Marcela Mar, Marcela Gardeazábal; Carlos de la Fuente, Carlos Muñoz; Marcelo Cezán, Édgar Gómez; Raúl Santi, Raúl Sánchez; Charlie Zaa, Carlos Sánchez y Juanes, Juan Esteban Aristizábal.
Existen, cómo no citarlos, algunos compatriotas con nombres que parecen apellidos y con apellidos que parecen sobrenombres. Para la muestra, tres casos… Gabriel ‘Chemas’ Escandón, Carlos ‘Holmes’ Trujillo y Plinio ‘Apuleyo’ Mendoza. Está el caso de Durán Dussan, estupendo exalcalde bogotano con nombre de grupo pop. Hay quienes modifican el suyo ya crecidos, como la mencionada ex Marcela Gardeazábal, y también aquellos que por su precocidad, incluso de adultos, permanecen condenados a que se les llame por diminutivos, caso del mexicano Pedrito Fernández.
Termino esta sarta de asociaciones desconectadas con una reflexión que considero oportuna: madres, padres… familias en pleno… Antes de bautizar a su hijo piensen en su futuro y en las muchas incomodidades que una simple decisión responsable de parte de ustedes podrían evitarle. Hasta el otro martes.