Palabras de uso inmediato

Pablo Francisco Arrieta/@xpectro, docente y provocador digital.

Justo en el evento que se daba entrega a una ley (según la cual ninguna señal de televisión puede ser retransmitida sin autorización de los titulares del derecho a hacerlo, y para evitar problemas el gobierno recomienda pedir permiso al autor antes de publicar algo), Shakira pone a prueba los límites de la misma. En un acto inesperado revisa el texto de nuestro himno nacional y da nacimiento a una nueva palabra: nuestra rubia diva implanta el término “ublime” en el léxico colombiano. 

 En generaciones anteriores el nicaragüense Carlos Mejía Godoy cantaba que “son tus perjúmenes mujer, los que me sulibeyan”. Pero lejos están sus palabras del éxito inmediato que tuvo la nuestra. En cuestión de horas hemos visto cómo lo que antes hubiera dado para la creación de uno de esos clásicos chistes de reunión que se anuncia con un “oyeron el de…”. 

 Dice Antena3 en España “Nunca antes se ha utilizado tanto una palabra inexistente. En las últimas horas, la palabra ‘ublime’ es una de las más repetidas en las redes sociales.” El prestigioso New Yorker le dedica una entrada al primer presidente de USA que pasa un fin de semana en Colombia y a lo que pasó con el himno, en los medios periodísticos locales (El País, Dinero, Caracol) pasa algo similar. Pero lo más interesante es la cantidad de creaciones digitales que este acto inspiró. Innumerables imágenes conocidas remezcladas con el rostro o las palabras de la cantante, videos y hasta composiciones musicales, haciendo uso de tecnología digital que permite, al estar democratizada, que muchos se expresen usando herramientas en lugar de lo que antes hubiera requerido capacidades de dibujo. Pero ya en la mañana de hoy jueves, algunos de estos videos exhiben el letrero de haber sido removidos por violar los términos de servicio de YouTube.

Los medios registran las acciones no como “la gente dice” sino como “lo que ocurre en las redes sociales”. El lenguaje distancia los hechos de la gente que los comete. Somos los colombianos del 2012 los que presionamos los botones con los que se crean los mensajes, videos, imágenes y demás elementos que poblan estas redes. Ciudadanos con otras capacidades, que se expresan diferente y debieran ser comprendidos así. Crean sin preguntar; se expresan. Como siempre pasa.

Paradójicamente, la semana pasada el Senado aprobó el proyecto de Ley 201 que modificaba características de la ley de derecho de autor colombiana para “actualizarla a la realidad digital”. En el debate se oyó numerosas veces esgrimir el argumento de haber pasado de un país analógico a uno digital. Hace unas horas tenemos su nombre oficial: ley 1520 del 2012, que legisla por igual a empresas y ciudadanos.

Pero, como con la palabrita de Shakira, esta ley ha desatado una avalancha de respuestas. El gobierno las desestimó primero diciendo que eran jóvenes desinformados que temían lo que no deberían; por ello se han esforzado en explicar que los links, el uso privado (en casa), la copia personal y otras acciones no van a ser penalizadas con cárcel. Han dicho que “los internautas” temen por represalias que no van a llegar pues sólo buscan atacar a quienes se lucren con lo que pertenece a otro (olvidando que la definición de lucro en esta ley es tan ámplia que abolieron el concepto de “sin ánimo de lucro”, a la vez que se olvida que los actos digitales en la red serán cometidos por gente que son usuarios de internet o, como les gusta llamarlos: “internautas”). Mucho ruido en las redes sociales, por gente desinformada…

El problema es que no es tan cierto esto. Antes del debate, incluso algunos promotores de la ley, como Juan Francisco Ortega, la custionaban por lo que le hacía falta. El día del debate, el Senador Juan Manuel Galán pidió demorar la votación hasta que se diera respuesta a los cuestionamientos que le hacían a la ley expertos en propiedad intelectual de USA y otros países (pero no se tuvo en cuenta, y a la fecha no se conoce respuesta oficial al tema), y en los días posteriores, de manera lenta pero no por ello menos ubliminal, se han pronunciado juristas tanto nacionales (César Rodriguez, Wilson Ríos) como internacionales (Sean Flynn para Semana e InfoJustice), independientes y agremiados, sobre ella y sus debilidades, llegando incluso a cuestionar su vida como ley. Y como había anunciado, el Senador Camilo Romero ha demandado la ley por inconstitucionalidad.

Pero tal vez hoy la voz que menos esperaba escuchar el gobierno, una que no sale de “las redes sociales” sino de sus propias filas es la del exdirector de la Dirección Nacional de Derecho de Autor, Juan Carlos Monroy, quien reconoce que esta ley, como ha sido promulgada, rompe equilibrios entre derecho de autor y educación. 

Porque todos reconocen que se cumple con TLC pero que sólo se cierran los límites y se olvidan dos palabras fundamentales: excepciones y limitaciones, así como delimitar claramente el concepto de lucro. Ya Shakira demostró que no son las palabras sino su uso, y el contexto en el que se haga, lo que las hace delicadas. En los Estados Unidos existe el Fair Use, los safe harbors y ellos han permitido que la innovación, así sea cuestionada (y demandada como en el caso de YouTube), siga adelante y pueda convertirse en negocio y alternativa legal (como el caso de la aplicación Zite, primero demandada pero en últimas comprada por CNN). Pero acá, ¿por qué fueron ublimadas? 

Tal vez sea bueno aclarar nuevamente: no son redes sociales, son comentarios de ciudadanos. Y no es cuestión de banderas políticas, es un interés por conservar el ecosistema digital lo más sano que se pueda. E internautas es lo mismo que decir electores.

Postweet: En Estados Unidos hay gran tensión por una demanda en la industria editorial digital. Dependiendo del fallo, ¿quién será el beneficiado?

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