Colombia

Las frases del papa Francisco que conquistaron el corazón de los colombianos

Con sus palabras nos llenó de esperanza.

(RICARDO MALDONADO/EFE)

El 6 de septiembre, cuando llegó a Bogotá para comenzar un recorrido de cinco días que lo llevó también a Villavicencio, Medellín y Cartagena, el obispo de Roma envió su primer mensaje.
«No se dejen vencer, ni engañar, ni pierdan la alegría, ni la esperanza ni la sonrisa», expresó a los jóvenes que lo esperaban en la Nunciatura Apostólica y entre quienes había antiguos indigentes rescatados de la calle y las drogas.
Al día siguiente, la agenda del pontífice comenzó en la Casa de Nariño, sede del Ejecutivo, en donde invitó a los colombianos a «huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a corto plazo».
En la Plaza de Armas del palacio presidencial el obispo se refirió al proceso de paz entre el Gobierno y las Farc y alentó a los presentes al sostener: «No están solos. Somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso. Este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz».
Ese mismo día, ante unos 22.000 jóvenes, que lo esperaban en la Plaza de Bolívar de la capital colombiana, Francisco dijo desde el balcón del palacio cardenalicio: «No se dejen robar la alegría ni la esperanza».
Ante la expectación del juvenil público, que en repetidas oportunidades lo ovacionó, el papa reflexionó que en Colombia, país dividido tras el acuerdo de paz, son «las nuevas generaciones las únicas capaces de cambiar esta sociedad», por lo que les recomendó: «¡No le teman al futuro! ¡Atrévanse a soñar a lo grande!».
Las lágrimas se apoderaron entonces de los rostros de los jovencitos, cuando antes de partir el papa les pidió: «Vayan adelante, no tengan miedo porque solo así se animarán a descubrir el país que se encuentra detrás de Colombia».
Ya el 8 de septiembre, en Villavicencio, segunda estación del viaje apostólico, se vivió uno de los momentos más emotivos durante la misa que celebró en el recinto ferial Catama, hasta donde llegaron víctimas del conflicto armado y exmiembros de grupos alzados en armas.
«La reconciliación se concreta y consolida con el aporte de todos, permite construir el futuro y hace crecer la esperanza. Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación será un fracaso», aseveró en la homilía.
Reconciliarse, agregó, «es abrir una puerta a todas y a cada una de las personas que han vivido la dramática realidad del conflicto», por lo que «cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza se convierten en las protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz».
En dos ocasiones Francisco repitió: «Basta una persona buena para que haya esperanza, y cada uno de nosotros puede ser esa persona», lo que generó una enérgica y positiva respuesta del público.
En su tercer destino en Colombia, Medellín, alertó el 9 de septiembre a 14.000 religiosos que se dieron cita en el centro de eventos La Macarena, de la facilidad de caer en la corrupción.
«Como he dicho ya en otras ocasiones, el diablo entra por el bolsillo. Todos tenemos que estar atentos porque la corrupción en los hombres y mujeres que están en la Iglesia empieza así, poco a poco, se enraíza en el corazón y acaba desalojando a Dios de la propia vida», advirtió.
Igualmente, denunció a los «sicarios de la droga», en alusión a narcotraficantes como Pablo Escobar, que «destruyeron las ilusiones de tantos jóvenes» y pidió orar por ellos para que alcancen «el perdón de Dios».
En su incesante discurso en favor del cambio de mentalidad en este país, el obispo de Roma reclamó que «en este enorme campo que es Colombia, todavía hay espacio para la cizaña. Ustedes estén atentos a los frutos, cuiden el trigo y no pierdan la paz por la cizaña».
Finalmente, en Cartagena, donde el papa ofició la última misa de su visita a Colombia, volvió a hacer énfasis en la importancia de avanzar, juntos, en el proceso de transformación nacional.
«Se trata de un acuerdo para vivir juntos, de un pacto social y cultural. A la cultura de la muerte, de la violencia, respondamos con la cultura de la vida, del encuentro», dijo sobre la firma de la paz.
Ya para despedirse y terminar de conquistar a todo un país que literalmente se paralizó durante su estadía, puntualizó con contundencia: «Colombia, tu hermano te necesita, ve a su encuentro llevando el mensaje de la paz, libre de toda violencia, esclavos de la paz para siempre» 

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