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Población LGBTI se siente menos discriminada que hace tres años

Pedro* sufrió de varios maltratos en su etapa escolar, sus compañeros lo molestaban porque sabían que le atraían las personas de su mismo sexo. En el puesto le ponían rosas, en el recreo le regaban la gaseosa encima e incluso un día lo encerraron en un baño durante una convivencia. Pedro no era capaz de decir nada, porque la institución donde estudiaba era dirigida por sacerdotes y temía que ellos lo discriminarán peor. 

Como este joven, una proporción muy alta de la población de Lesbianas Gays Bisexuales y Transexuales –LGBT- de Bogotá ha sufrido a lo largo de su vida de alguna discriminación o agresión a causa de su identidad sexual. La buena noticia es que la percepción de discriminación por gusto sexual ha disminuido en los últimos años: en 2011 era del 98% y 69,4% en 2014.

Según un estudio del Centro Latinoamericano de sexualidad y Derechos Humanos de 2009, aproximadamente 8 de cada 10 miembros del LGBT afirmaron haber vivido, por lo menos una situación de discriminación sexual (77 %) en su vida. En cuanto a las situaciones de agresión, la frecuencia fue menor, pero igualmente expresiva, casi 7 de cada 10 personas consultadas había sufrido algún tipo de agresión (67,6 %).

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Si nos remitimos a la Real Academia Española, se define la homofobia como la aversión obsesiva hacia los homosexuales. Lo cual podría ir representado en esas actitudes de rechazo, no solo hacía los homosexuales, sino hacia todas las personas que manifiestan una orientación sexual diferente a la tradicional.

Otro estudio, realizado por la Secretaría Distrital de Planeación en 2013, muestra una evolución positiva en la percepción sobre la difusión de esta forma de rechazo, en tanto aumentó 6% la proporción de encuestados que manifiestan no haberla observado. Esta encuesta integrada se realizó en 613 colegios urbanos de Bogotá, 349 oficiales y 264 privados, donde más del 30% de los estudiantes aceptó haber visto manifestaciones de discriminación por la orientación sexual.

Para Mauricio Albarracín, director ejecutivo de la organización Colombia Diversa, si bien no existen estudios globales recientes, desde 2009 “hemos avanzado en temas legales y la parte de expresiones homofóbicas ha disminuido, pero todavía tenemos retos en espacios públicos, en la escuela y en sitios cotidianos”.

Esto, porque la discriminación por sexo es un problema complejo que debe tratarse desde diferentes ámbitos, pero para el experto, “la lucha empieza por uno mismo, respetar a los demás por más diferentes que sean sus actitudes”.

Albarracín considera que en la medida que las personas “salgan del closet”, se harán visibles y podrán reclamar sus derechos. “Si uno comparte con alguien diferente, se da cuenta que todos sufrimos los mismo problemas y tenemos los mismos sueños. Y como dice el refrán, la ignorancia es atrevida”.

Es decir, que el desconocimiento sobre las orientaciones sexuales y los géneros, es el motor de las actitudes de intolerancia que se presentan. Y en este sentido, para Tatiana Piñeros, directora del Instituto Distrital de Turismo, se tiene que sensibilizar a la toda la población, por ejemplo, desde los colegios dar a conocer que es posible tener diferentes sexualidades.

 “Teniendo en cuenta que los LGBT somos una minoría se requieren acciones para llegar a un empoderamiento. Desde la misma política pública, sensibilizar con temas de discriminación donde se les enseñe a todos que la diversidad sexual no se aprende o se enseña, sino que se vea el tema como algo natural del ser humano”, expresa la directora.

El camino hacia la aceptación

Existen casos que no deberían ser la excepción a la regla sino la regla misma. Entre ellos, la directora del IDT es una contadora muy exitosa que se ha abierto camino sin importar que es transexual. 

“Mi caso es particular, no he sentido discriminación tan latente. Tal vez, porque realicé mi transformación hace siete años, después de graduarme de la universidad. Mi primer trabajo a los 18 fue como interventora en la Alcaldía de Chapinero, con Blanca Durán –quien es  homosexual -. Para mí fue muy fácil llegar allá porque ya habían pasado por un proceso de adaptación”.

Después, Piñeros trabajo en la parte financiera del Instituto de Participación, también en temas ajenos al género. Según manifiesta, allá pertenecían a un centro comunitario y toleraban la orientación sexual.

Pero la funcionaria considera que en general, se excluye a las personas de ámbitos comunes a causa de la moral “tradicional”, “las condiciones no se encuentran dadas para que puedan entrar a trabajar, ni siquiera en restaurantes, como meseras”, expresa.

Así, Tatiana Piñeros no ha sentido que su sexualidad sea un obstáculo para lograr componer grandes proyectos y le gustaría que este modelo se repita pues para lograr una sociedad sana se necesita de multiculturalidad y diversidad.

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