Colombia

La voz de las FARC que ahora pregona la paz

Ejemplo. Sara Morales dirigió durante siete años la emisora de la guerrilla. Ahora es locutora en las Voces del Secuestro

POR PAOLA ROJAS CAMACHO

Sara Morales cumple mañana 27 años, sin embargo, tan sólo hace cuatro que puede decir que es una mujer libre. Sin haber estado secuestrada, durante 11 años vivió obligada en la selva, entre las más severas instrucciones y el trato despiadado que acostumbran a dar lo altos mandos de la guerrilla.

A los 11 años de edad fue reclutada por hombres de las FARC y sólo hasta cuando tuvo 22, y luego de ser víctima de los más atroces vejámenes, pudo decirle adiós al fusil y las botas pantaneras y darle la bienvenida a una nueva vida.

Su fuga se produjo el 20 de julio de 2006. Aprovechando que había sido encargada de la guardia nocturna del campamento, ubicado a unas tres horas de su pueblo natal Barrancabermeja, Santander, Sara usó todas las técnicas de estrategia militar aprendidas allí mismo y emprendió la huida.

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Superando incluso su propio miedo a la muerte, esta barrameja, como le dicen a los llamados en el puerto petrolero, pasó de dirigir La Voz de la Resistencia, emisora de las FARC, a llevar mensajes de esperanza a los secuestrados a través de los micrófonos de Las Voces del Secuestro, el programa de Caracol Radio que dirige el periodista Herbin Hoyos.

Sí. Si bien creció y se hizo mujer en las filas de esa agrupación, la mejor herramienta que aprendió a manejar fue su voz. Desde el momento en que fue reclutada recibió instrucciones para saber alzar y disparar el fusil, el mismo que en un comienzo era más grande que ella. Sin embargo, jamás fue capaz de hacerlo, asegura, y esto la llevó a dedicarse a labores “menos bélicas”. Su salida fue la radio.

Cuando apenas llevaba cuatro años al interior de las FARC, el comandante la eligió para hacer parte de la emisora. Su función era leer los mensajes políticos “con los que mantienen convencida a la tropa de que hay que pelear por la causa”, relata Sara.

“El comandante del bloque vio mis capacidades vocales, por eso fui integrada. Mis primeros pinos fueron ahí, en la Voz de la Resistencia. Nadie me enseñó, sólo me dijeron siéntese ahí, hay que hacer esto y esto”, cuenta la exguerrillera, cuyo tono de voz refleja el agotamiento que le trajo su participación en la maratón de mensajes por la paz en la Plaza de Bolívar, donde durante 110 horas los colombianos pudieron solidarizarse con los privados de la libertad.

En un comienzo sólo le era permitido leer mensajes dirigidos a los estudiantes, a la clase trabajadora, a los campesinos, todo con el objetivo de fomentar la protesta y rechazar los esquemas laborales actuales.

“Fueron siete años haciendo radio. Desmintiendo a los medios de comunicación nacionales. Haciendo propaganda  a la guerrilla (…) mejor dicho, el lavado de cerebro que le pegan a uno, tocaba pegárselo  a los demás”, recuerda con evidente indignación.

Gracias a su buena voz llegó a ser directora de la emisora. Bajo su mando se abrieron espacios para que los guerrilleros enviaran  saludos a sus familias y para que cantaran quienes tenían facultades artísticas.

Aunque en su mente ya empiezan a aparecer algunos lapsos, producto del esfuerzo que ha hecho por comenzar de nuevo, Sara aún mantiene fresco el recuerdo de los años que estuvo contra su voluntad, llevando una vida que nunca anheló.

“Recibí un adoctrinamiento inhumano. Fueron 11 años sufriendo una cantidad de cosas terribles; lo cogían a uno como limpión de mesa. Allá las mujeres son totalmente discriminadas. Es rara la que sea comandante y si las hay, es porque ha tenido que pasar por muchas cosas adversas primero”, dice ‘Sarita’, como es llamada cariñosamente por sus amigos. Ella entendió la crueldad de las FARC cuando apenas llevaba un mes dentro de la agrupación.  Tras 48 horas de duro entrenamiento militar,  sus piernas flaquearon del cansancio y sin ninguna consideración, el comandante a cargo el puso su bota sobre la cabeza  y le dijo que allí se formaban hombres para la guerra, no monjas para el convento: “Llorando y con mucho dolor le respondí  ‘yo no soy ni monja, ni hombres soy sólo una niña”.

Fue así como siempre tuvo en su corazón la esperanza de partir y cuando tuvo la oportunidad no lo dudó ni un segundo. Fue esa fuerza interna y el deseo de recobrar la libertad la que la llevó a superar durante dos días los riesgos de la selva. 

Ahora Sara no sólo pertenece al equipo de locutores que acompañan a Herbin Hoyos cada día en su programa, sino que integra el coro ‘Canta Conmigo por la Reintegración’, donde la música es la única herramienta válida, tanto para ella,  como para otros que también creyeron en que las segundas oportunidades sí son válidas.

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