Cuando el papa Francisco aterrice en Bogotá el próximo 6 de septiembre, al bajarse del avión empezará a oír los sonidos de ‘Yo me llamo cumbia’ interpretados por la Filarmónica de Colombia. Y tras los primeros acordes, el grupo caleño Jocaycu aparecerá para mostrarle cómo se baila este ritmo. No se trata solo de un movimiento del cuerpo: es la alegría que tiene cada paso, los meses de preparación para lograr una coreografía perfecta, la emoción de sus integrantes. Un movimiento del alma que le dará la mejor bienvenida al sumo pontífice.
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A pesar de haber tenido giras por Europa y América en 21 años de trayectoria, los folcloristas de Jocaycu coinciden en que recibir al papa es lo más grande que les ha podido suceder. El Ministerio de Cultura los eligió entre un amplio grupo de postulantes de todo el país y serán los encargados de mostrar los frutos artísticos que se cultivan en la capital vallecaucana.
“Estamos totalmente impresionados y felices. ¿Haber quedado escogidos nosotros, un grupo de danzas del barrio Cristobal Colón, con integrantes de estratos 1, 2 y 3? Eso es maravilloso. Ya hemos hecho cosas importantes como bailar en la Cumbre de Presidentes, participar en la Bienal Internacional de Danza y viajar a Europa, pero después de bailarle al papa no hay nada. Él es el hombre más importante del mundo”, cuenta Joaquín Labrada, fundador y director de Jocaycu.
Ocho parejas de adultos y cinco de niños conforman el equipo que el próximo martes viajará a Bogotá. Siete de los chiquitines vienen el municipio de Suárez, Cauca, y fueron escogidos gracias a una alianza con la escuela de salsa Nueva Juventud. La emoción en ellos está multiplicada: muchos no conocen Bogotá y otros nunca han viajado en avión. “Estoy muy alegre porque este es un privilegio que no todo el mundo tiene”, cuenta David Alexánder, uno de los niños caucanos.
El miércoles, día de la presentación, los bailarines de Jocaycu irán vestidos con trajes blancos y holgados como suelen usarse en la cumbia. Para las mujeres, accesorios rojos. Vela en mano. Alpargatas. La falda pasa a ser una extensión del cuerpo con la que hacen distintos movimientos y coqueteos a su pareja. Cabello recogido en una dona. Sonrisa siempre. De los detalles con el vestuario se encargará la profe de baile Virgelia Rosero. Y aunque a ella también le son familiares las giras artísticas, siente que ver al papa no tiene comparación.
“Para nosotros esto es algo increíble, maravilloso. Todo el mundo quería ir y fuimos privilegiados. Esto uno lo vive ahora y no sabe hasta cuándo pueda volverlo a vivir… Los niños están muy emocionados, mantienen viendo y escuchando anuncios sobre la llegada del papa. Yo creo que muchos todavía ni se lo creen”, dice Virgelia.
El semillero
Los miembros de Jocaycu son estudiantes o egresados de la Institución Educativa Joaquín de Caycedo y Cuero. Fue allí donde hace más de 20 años el profesor Joaquín Labrada empezó a conformar un grupo que hoy suma una trayectoria importante en eventos nacionales e internacionales. Con los niños que ahora cursan la primaria se inicia una labor para que conozcan los bailes colombianos y se enamoren de ellos.
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“El folclor es la tradición, nuestra idiosincrasia, nuestra parte viva. Es el baile de nuestra tierra, los otros ritmos son retomados. Por ejemplo, los caleños decimos que bailamos salsa: sí, pero no es nuestra”, cuenta Joaquín.
Didier Enríquez lleva 16 años en el grupo y actualmente se desempeña como director artístico y bailarín. Su paso por el folclor le ha permitido entender que hay labores en la vida para las que el pago es mucho más que dinero: “Cuando bailas danza folclórica no tienes mucha retribución económica, la retribución son los aplausos. Cuando le bailemos al papa nos van a ver millones de personas en directo, así que si ese aplauso se reparte por todo el mundo está mucho mejor. Esto es lo más grande que hemos tenido”, asegura.