Cali

Desde Cali, venezolanos sufren por el futuro de su país

La conformación de la Asamblea Nacional Constituyente no les ofrece garantías ni los hace sentirse representados.

“Yo vivía en Venezuela con mi esposo, él es médico de origen libanés. En un momento la situación se puso muy difícil, la gente ya no iba al consultorio y se estaba gastando todos los ahorros en comida. Tuvimos que separarnos: él se fue para el Líbano y yo, para Colombia. Esta es la situación que viven muchas familias distanciadas por la crisis que vive el país. Ahora, con la Asamblea Nacional Constituyente, lo que quiere Maduro es modificar la constitución para perpetuarse en el poder quién sabe hasta cuándo y seguir de mal en peor”.

Sentada en una panadería cerca a la que desde hace tres semanas es su casa en Cali, Raymira García habla de la situación de su natal Venezuela: crisis, escasez, abusos de poder, humillaciones, masacres y un gobierno que ha minimizado a la oposición; familias separadas, niños aguantando hambres, ciudadanos rogándole al gobierno por alimentos y muchas personas que han migrado a otros países en busca de una vida en distintas condiciones. “Todo lo malo que te cuenten de Venezuela es eso y más. Este desastre empezó con Hugo Chávez, él es el culpable de los males de todos los venezolanos, pero tuvo tanta suerte que se murió”, dice en medio de sus reflexiones.

La vida de Raymira tiene escenas repetidas en la de muchos habitantes del país vecino, quienes también han optado por alejarse de su patria ante la falta de oportunidades. En Cali, por ejemplo, la jornada de plebiscito por la constituyente convocada por la oposición venezolana el pasado 16 de julio reunió a 3500 personas en los distintos puntos de votación, lo que indica que la cantidad de venezolanos asentados en la capital vallecaucana está alrededor de este número. La página de Facebook ‘Venezolanos en Cali, Colombia’ tiene 9229 seguidores.

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Crónica de una crisis anunciada

Hace ocho años, Alejandra Rodríguez decidió salir de Venezuela e iniciar una nueva vida en Colombia con su esposo. En ese momento, bajo el mandato de Hugo Chávez, la pareja vaticinó una crisis de la que no quería ser parte y que ya se estaba empezando a sentir en las fluctuaciones de la economía. Ahora, tiempo después de vivir en Cali, se da cuenta de que en su país las cosas son peores de lo que presintió y siente dolor por todos los que aún viven allá.

“En el 2010 la situación era igual de mala, pero al menos había comida. Chávez no tuvo tiempo de ver las consecuencias de todo lo que hizo, este problema no es de Maduro, es algo que inició hace 18 años cuando el gobierno empezó a quebrar empresas y a no fomentar la producción nacional. Durante mucho tiempo fui a mi país cada año en diciembre, pero ahora me da miedo porque la inseguridad es otro gran problema. Secuestran gente, niños, los roban en las filas que tienen que hacer para reclamar o comprar los alimentos”, explica la joven.

Y es que más allá de la crisis humanitaria, las diferencias políticas también han sido las culpables de que muchos hogares se diluyan y terminen, quién lo creyera, casi que en una guerra por un Estado que no le brinda garantías a ninguna de las partes. Alejandra, por ejemplo, lleva varios años sin comunicarse con su papá, un chavista empedernido cuyo fanatismo es tanto que lleva la firma de Hugo Chávez tatuada en su brazo. “En Venezuela hay muchas familias que se han roto por temas políticos. Aún con toda la problemática, los que apoyan al gobierno siempre tienen una justificación y argumentos como la guerra económica, el imperialismo, etc. Sin embargo el gobierno ha perdido mucho apoyo de la gente porque el pueblo está aguantando hambre”, añade.

Sobre la oposición y los líderes de derecha como Leopoldo López y Antonio Ledezma, Raymira y Alejandra creen que no tienen el peso suficiente para hacerle frente al mandato de Nicolás Maduro. “La gente ya no cree en nadie, ni en el gobierno ni en la oposición. Los líderes de derecha no son superhéroes, hacen lo que pueden con las pocas posibilidades que tienen. Leopoldo y Ledezma pudieron haberse ido hace rato del país: son muchachos estudiados y no tienen problemas de dinero, pero decidieron continuar en la lucha. La gente se queja mucho y dice que la oposición no sirve, ¿pero es que qué pueden hacer?”, dice Raymira.

Una colonia en aumento

Ante la creciente migración de venezolanos a Colombia, voceros de la colonia están adelantando trámites con las administraciones de las distintas ciudades para que sus paisanos reciban atención inmediata, puedan legalizar sus documentos y tengan la posibilidad de acceder a ofertas de empleo. En Medellín ya se han logrado ciertos avances. En Cali, el liderazgo lo tiene María Jose Pizzani, del Movimiento Libertador. “A los venezolanos se les demora mucho la expedición de sus papeles. Llegan a trabajar en oficios varios, cuidando parqueaderos, como meseros, etc. Cuando los empleadores ven que la experiencia laboral fue en Venezuela no los toman muy en cuenta”, asegura Pizzani.

Ante la falta de oportunidades y de documentación, muchos de los venezolanos que aterrizan en Cali optan por dedicarse al trabajo sexual. Esto, sin duda, ha perturbado al gremio de trabajadores y trabajadoras sexuales que ya operaba en la ciudad, pues los venezolanos ofrecen los mismos servicios por un menor precio. Desde el Sindicato Nacional de Mujeres Trabajadoras Sexuales se tienen identificadas unas 200 prostitutas venezolanas en Cali, sin contar las que permanecen en la clandestinidad. Una de estas mujeres asegura que en Colombia puede cobrar hasta 200 000 pesos por un servicio que en su país le pagaban a 10 000.

“¿La solución? La solución sería que Maduro se rectificara y entregara el mandato del país con el que no pudo. Que reconociera que el pueblo se está muriendo de hambre y que necesita medicamentos que ya no se consiguen. Pero eso no va a pasar. La solución real será que invada Estados Unidos y haya coalición para sacar al presidente, no hay manera. En Venezuela ni siquiera se vive una lucha sino una masacre de gente”, puntualiza Raymira.

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