A mediados del mes de junio, los 280 estudiantes que tiene el Colegio Francisco José de Caldas se quedarán sin dónde estudiar. El motivo: la falta de cumplimiento de los padres con el pago de las mensualidades ha hecho que los directivos de esta institución privada, que lleva 57 años en Cali, tomen la decisión de cerrar sus puertas este año.
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Por las paredes del plantel, sin embargo, cuelgan carteles que han hecho los estudiantes y que tienen mensajes de apoyo. “Si el colegio cierra, sería muy duro para mí (…) El colegio es como mi familia la cual cuidaré”, “Por no pensar en el futuro de tus hijos, hijas, nietos y dejar a un lado el cumplimiento de tus obligaciones con la educación, el colegio está a punto de morir” y “Papitos, no dejemos morir el colegio” son algunos de ellos.
Carlos Alberto Castillo, dueño y rector de la institución desde 1998, asegura que la decisión de cerrar el colegio ya está tomada pues desde hace unos años genera solo pérdidas. En lo que va de este año lectivo, que para ellos inició en septiembre del 2016, la deuda ronda los 39 millones de pesos.
Según las cuentas y la experiencia del rector, a final de año las empresas de cobranza logran recuperar cerca de un 40% del dinero en mora, pero el porcentaje restante se pierde porque los padres se cambian de residencia o deciden simplemente no pagar.
A casos como este se vieron enfrentados reconocidos colegios en Cali como el Villegas, el Ismael Enrique Arciniegas, el Gimnasio de Occidente y el Instituto Comercial Jaramillo, a los que la crisis económica afectó al punto de obligarlos a detener su funcionamiento.
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El peso de la ley que hunde a los colegios privados
Como bien lo dice la Constitución Política de Colombia en su artículo 44, la educación es un derecho fundamental de los niños. Esto les asegura el acceso sin condiciones a los planteles educativos públicos o privados, aun cuando en estos últimos sus padres se atrasen con el pago de las mensualidades.
De acuerdo con la secretaria de educación de Cali, Luz Elena Azcárate, “el servicio que prestan los colegios privados se limita a lo que pacten en los contratos con los padres de familia o acudientes. Como son entidades privadas, la gestión de cartera es responsabilidad de ellos. La Secretaría de Educación vela por que el establecimiento garantice el derecho a la educación a los estudiantes hasta la culminación del año lectivo”.
En otras palabras, el colegio es el único responsable de gestionar el pago de las mensualidades y bajo ningún caso puede negarle al estudiante el derecho a la educación, orden que implica dejarlo entrar a clase aunque se encuentre en mora, no publicar listados con nombres de deudores ni realizar ninguna acción que pueda propiciar el acoso escolar y no retenerle boletines de calificaciones ni certificados de estudio.
“Antes, los padres pagaban más cumplidos porque existía la posibilidad de que el estudiante que no estaba al día se retiraba de clases, pero hoy como prevalece el derecho a la educación sobre el derecho económico de la institución entonces muchos papás se aprovechan y dejan a sus hijos todo el año sin pagar ni un solo mes. Al final, tras la entrega de documentos, se realiza un acuerdo de pago que ellos nunca cumplen”, asegura Carlos Castillo.
Aunque los colegios privados no le pueden negar el ingreso a clases al estudiante moroso, sí pueden quitarle el cupo para el siguiente año lectivo.
Excusas más frecuentes
Hasta el año pasado, el Colegio María Auxiliadora pasó por una situación similar: a mitad del periodo escolar había ya acumulada una alta cartera. Por fortuna, este año se han apoyado en una firma de cobranzas institucionales para que los padres sean más cumplidos con el pago de sus mensualidades.
La directora del colegio, Sor María Teresa Aguirre, recuerda que la excusa más frecuente de los padres morosos era la falta de empleo. “Muchos de los papás de nuestras niñas trabajaban en el Hospital Universitario del Valle, y como el año pasado hubo una crisis muy fuerte se quedaron sin empleo. Ahora tenemos el caso de una estudiante que debe las mensualidades de año y medio”.
A don Carlos Castillo le han resultado otras excusas más particulares: varios padres, sobre todo en enero, después de Semana Santa y en julio, argumentan que no tienen para pagar la mensualidad porque se fueron de paseo a la playa. Otra madre le dijo que todavía no podía ponerse al día porque se había hecho la liposucción.
Mientras todo esto sucede de puertas para afuera, los niños continúan aferrados a su colegio y con muchas ganas de seguirse forman en el plantel educativo.
Según informes de la Secretaría de Educación Municipal, en Cali hay 235 colegios privados que han cerrado definitivamente y han entregado los libros reglamentarios a instituciones oficiales.
Otras voces
Y sí, es cierto que los niños y adolescentes no tienen la culpa del atraso de sus padres. Aunque la constitución los protege, hay colegios que infringen la ley. Alexandra Escobar, exalumna del Colegio San José sede Champagnat, recuerda que cuando sus acudientes estaban atrasados con el pago de las mensualidades era sometida a castigos: “No me dejaban presentar los exámenes trimestrales y me bajaban al patio con las demás niñas que debían. Yo entendía que era porque no había pagado, pero me sentía discriminada porque todos se daban cuenta de la situación”.
Sandra Gil, docente del Colegio La Presentación sede Cascajal, está convencida de que falta más compromiso por parte de los padres. “Ellos piensan que pueden matricular a los hijos y no pagar las pensiones, pero no tienen en cuenta que el colegio tiene que asumir la manutención de la planta física, los servicios, la nómina y otros gastos que garantizan su funcionamiento”, asegura.
No obstante, a veces la situación económica pone en jaque obligaciones tan importantes como la educación. Mireya Morán, madre de tres hijos, se vio varias veces alcanzada con el pago de las mensualidades en el colegio. “Mi esposo era muy descuidado entonces llegamos a atrasarnos hasta cuatro meses. En la entrega de boletines pasaba penas porque a mí no me entregaban nada, y lo peor es que entre más meses se acumulen más difícil es pagarlos. Una vez me dijeron que mis hijos no tenían cupo para el próximo año y ahí sí me puse las pilas”, cuenta la mujer.
Por ahora, los 280 niños y jóvenes del Francisco José de Caldas seguirán en vilo y disfrutarán los últimos momentos hasta junio, cuando el colegio gradué la promoción número 30 y permanezca solamente en el recuerdo de todos los que pasaron por él.