Desde el año 2017, dos mujeres venezolanas se encontraron en las carreteras de Colombia, huyendo de su país. Juntas llegaron a Bogotá a vivir en el barrio Casandra de la localidad de Fontibón, allí se dedicaron a leer el tabaco y las cartas. Santería en Fontibón que ya tiene aburridos a los vecinos del barrio en Bogotá.
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Martha y Coraima, se llaman las mujeres que viven en una casa situada en la carrera 137 con calle 12 en Fontibón. Las mujeres viven y ganan dinero de hacer rituales de santería, leer las cartas y el tabaco.
En horas de la noche, los vecinos de barrios han alegado que se escuchan sonidos raros desde la casa en donde viven los dos mujeres. Una habitante del barrio, Gabriela Manjares, se ha quejado constantemente de los rituales de las mujeres. Incluso, cuenta que ha llamado a la Policía en varias ocasiones para que asistan al lugar.
Por su parte, un patrullero de la Policía Nacional, quien desde hace ya tres años pertenece al CAI de la Calle 13, comenta que no pueden hacer mucho. Cuenta que no han podido hacer nada más que llegar a tocar la puerta, preguntar si todo está bien y pedir que bajen el volumen.
Santería en Fontibón que ya tiene aburridos a los vecinos del barrio en Bogotá
Las mujeres cuentan que este es su modo para subsistir. Martha, incluso, señala que por medio de leer las cartas y el tabaco recoge dinero para poder mandarles a sus 5 hijos que siguen en Venezuela. Coraima, por su parte, dice que lleva 10 años haciendo eso y que comenzó a los 17 años porque tenía que ayudar a su familia y el trabajo estaba muy malo.
El encargado de la Junta de Acción Comunal del barrio, Pedro Guzmán, comentó que están recogiendo firmas para que el dueño de la casa las saque de ahí. Dice que las quieren sacar para que «dejen de traer el mal al barrio».
Guzmán acota que, supuestamente, la delincuencia en el barrio se ha incrementado mucho por «los malos espíritus que ellas atraen». Por su lado, el patrullero del CAI comenta que el aumento de la delincuencia ha sido generalizado en el barrio y en la localidad.
Ellas, Martha y Coraima, dicen que los santos no van a dejar que los vecinos las saquen del barrio. Comentan que perderían los clientes que ya tienen si se cambian de barrio. «A la gente le molesta el olor del tabaco, nunca hacemos ruidos, nuestros espíritus nos visitan por las noches y su forma de comunicarse es haciendo ruidos, pero no es nada peligroso y normalmente la gente ni cuenta se da porque ellos bajan muy tarde», concluyó Martha.