Fernando Rodríguez nunca pensó que, a estas alturas, llegara un problema que lograra arrebatarle la tranquilidad y convertir sus noches en un eterno desvelo. La historia del zapatero que tuvo que ponerse a hacer tapabocas.
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Tiene 64 años y hace 32 años inició una empresa familiar llamada Ferplast, donde se fabrican suelas para zapatos. Su modesto negocio está en el sur de la ciudad y hasta hace unos meses, era una empresa próspera, que se había consolidado en el sector. Con este negocio había podido sacar a sus tres hijos adelante y además, ser el sustento económico de unas 130 familias que lo acompañan desde hace más de dos décadas
Por eso, las noches de sueño tranquilo se esfumaron en marzo de este año, cuando el presidente Iván Duque anunció que el país entraba en cuarentena a causa del coronavirus. La decisión significaba que su empresa cerraba puertas por un tiempo indefinido. Sacó la calculadora, hizo cuentas y descubrió lo mismo que muchos otros empresarios cuando empezó esta emergencia. “No había manera de sobrevivir a un cierre por más de dos meses, la verdad no pensé en mis hijos. Ellos ya salieron adelante. Tampoco pensé en mí, porque realmente yo ya tengo mis años. Se me vinieron a la mente mis empleados. Ellos llevan mucho tiempo conmigo y me partía el alma pensar que tendrían que salir a buscar empleo en esta situación”.
La historia del zapatero que tuvo que ponerse a hacer tapabocas
El Gobierno Nacional proponía enfrentar la crisis con aislamiento, pero también pensando en teletrabajo y nuevas formas de negocio. Pero la verdad, Fernando toda su vida se había dedicado a los moldes y a los zapatos. Sus máquinas, su conocimiento y sus contactos estaban en este mercado.
“Me trasnoche muchas noches. Todo me daba vueltas. Entonces me puse a investigar y a leer sobre otros moldes diferentes a los de las suelas de los zapatos. Entonces encontré un modelo de tapabocas, que hacen en Italia con un proceso que podíamos hacer en nuestra empresa”.
Y así, en medio de la crisis, le llegó a su mente una idea que espera, lo saque de este problema en que lo metió el coronavirus. “Así nació este tapabocas especial, reutilizable que está hecho de un material seguro, casi que es un envase hermético para la nariz y la boca”, comenta orgulloso de su nuevo producto.
Su tapabocas, dice, es hipoalergénico, reutilizable, tiene una válvula de respiración ideal para las personas que deben hacer una actividad física mayor en sus labores, y por supuesto, necesitan un tapabocas que no los ahogue. “Es mucho más cómodo porque permite un mayor flujo de aire. Y lo mejor, es 100% colombiano. Porque no hay momento más importante para apoyarnos que este”, asegura.
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Fernando Rodríguez está optimista, porque las empresas que están regresando de manera gradual a la calle, han buscado su producto. Por eso, está elaborando tapabocas día y noche para atender la demanda que espera aumente las próximas semanas con la reactivación de la economía. No se quedará quieto porque sabe que el negocio de los zapatos, por ahora, está congelado, por eso también le sumó a su producción, la fabricación del mismo prototipo de tapabocas, pero en tamaño ideal para niños y en colores divertidos “hay uno hasta escarchado”, dice.
Poco a poco se ha ido metiendo en el mundo digital, porque sabe que así es más fácil que lo ubiquen. Allí aparecen como @ferplastcol. Ha sido un largo proceso, la crisis continua, pero por ahora, Fernando y sus empleados, pueden dormir más tranquilos.
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