Mientras canta el gallo, se alistan los baldes llenos de pintura y los tarros de aerosol en una de las escalinatas del barrio Los Puentes, en la localidad Rafael Uribe Uribe, al sur de Bogotá. Las últimas pinceladas están por darse, mientras la risa y el correteo de unos niños se escuchan por entre las casas que de un tiempo para acá se levantaron gracias al color. Ya no se ve solo el verde de la montaña, que por años les ha servido de guardaespaldas, ahora se ve el lienzo en el que se han convertido.
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Antes Los Puentes pasaba desapercibido, era un barrio más. Hoy es el mural más grande de la ciudad y, por qué no decirlo, uno de los más grandes en Latinoamérica. Rosa, azul, verde, morado y hasta negro fueron los colores elegidos para El río de la vida, como lo titularon sus habitantes, quienes tienen clara ahora la importancia de compartir y pensar en comunidad.
Esta iniciativa hace parte del programa ‘Desmarginalizar’ liderado por la Secretaría del Hábitat con apoyo de la Fundación Orbis y de los artistas urbanos que integran Ink Crew, quienes compartieron con los habitantes del Barrio e incluso les dictaron talleres artísticos. La idea es tener por lo menos dos murales más como este en Bogotá este año.
Jair, el chocoano de Los Puentes
Jair mueve escaleras de casa en casa y también sube las del barrio. Alista la pintura y se pone a trabajar. Está orgulloso del mural de su barrio y energía le sobra para pintar y liderar. “Estamos en los últimos detalles, estamos terminando para entregarle a Bogotá y a la comunidad este regalo. Este fue un compromiso adquirido por nosotros con la ciudad”, comenta a PUBLIMETRO.
A Jair la idea desde el principio lo entusiasmó, para él trajo prosperidad a Los Puentes. “Meses atrás la gente pasaba en los buses, en el TransMilenio y no nos miraban. Ahora, gracias al mural, paramos el tráfico, la gente se detiene a mirar Los Puentes y nos toman fotos, y eso para mí es un orgullo. Los fines de semana hay gente paseando por acá, suben y bajan las escaleras admirando lo que hemos hechos y nos dicen que es magnífico y que está muy hermoso el barrio”, añade.
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Los habitantes de Los Puentes aprovecharon no solo la pintada del mural para integrarse, sino los cursos que llegaron al mismo para capacitarse en distintos oficios. Hasta los niños aprendieron y pintaron. “Escogimos el nombre de El río de la vida porque estamos al lado de una quebrada y porque después de este proceso el barrio tomó vida de nuevo, y eso fue muy bello de ver. Los que vengan a la inauguración van a ver a un negrito chocoano con ganas de hacerles un tour por Puentes”.
María Edilma, con la fe puesta en el mural
La rutina de María Edilma cambió desde que empezaron a trabajar en El río de la vida. Antes turnaba su trabajo con los cursos bíblicos que dicta a los niños los sábados en Los Puentes. A eso tuvo que incluirle la pintada del mural y el curso de manipulación de alimentos que está haciendo.
Con lo que más suela María Edilma es con que los residentes de su barrio tengan más sentido de pertenencia después de que el mural quede listo. “Esto parece un barrio nuevo. Hay comentarios de la gente del otro lado y de otras partes que dicen ‘hay un barrio de colores, es un barrio nuevo’, y cada vez que me dicen eso yo les digo que es Puentes, el barrio donde vivo y así uno se siente orgulloso”, comenta a PUBLIMETRO.
María Edilma le agradece a Dios por el mural. “Nos enfocamos por El río de la vida, porque nos pareció pintoresco y más bonito, además porque el barrio queda en el cerro y se ve muy bonito. Estamos muy contentos con esto porque de verdad a Puentes nadie lo veía, estamos en los últimos retoques para que quede bien bonito”, enfatiza.
Los niños también fueron claves en esta proceso y por eso que los hayan involucrado fue la mejor decisión que se tomó. “Ya uno no ve a esos muchachos fumando marihuana en ese potrero, los ve ayudando en el mural. Y con los niños trabajamos mucho la tolerancia en el grupo bíblico, pero con el mural ese trabajo también se hace. Esto fue una bendición tremenda”, agrega.
Así como María Edilma, quien lleva más de 20 años viviendo en Los Puentes, son varios sus habitantes los que se sienten orgullosos de su barrio. “Me siento orgullosa de estar aquí, antes me daba pena, pero ahora me siento orgullosa de Los Puentes”.
Así fue como varios tarros de pintura y de aerosol, el talento de artistas urbanos y la voluntad de los bogotanos le cambiaron la cara a un barrio que se dejó de esconder entre la montaña y salió a mostrar su mejor cara.