Bogotá

Esmad: ¿el segundo apellido de Bogotá?

El Escuadrón Móvil Antidisturbios no cuenta con el respeto de algunos ciudadanos por hechos que ponen en duda su modo de actuar

Con las redes sociales nada se escapa y menos el accionar de la Fuerza Pública que ha estado muy cuestionada desde que empezó la alcaldía de Enrique Peñalosa. Una bomba de gas lacrimógeno generó polémica hace unas semanas porque fue lanzada por un integrante del Esmad en contra de la población en condición de discapacidad, quienes protestaban por los subsidios en TransMilenio.

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La información oficial fue: “un uniformado accionó de forma accidental una bomba de gas lacrimógeno e incluso él salió afectado”. Las redes sociales, y el concejal Hollman Morris, se encargaron de mostrar el video en el que se veía a ese uniformado activando la bomba intencionalmente. Las consecuencias fueron graves: unas cinco personas, entre ellas un menor de edad, tuvieron que ser atendidas. El alcalde Peñalosa no se pronunció sobre los hechos.

Esta no es la primera vez que el Esmad estaría involucrado en casos de abuso contra la población civil, pues tan solo este año se han presentado cuatro casos, incluido el mencionado anteriormente, de exceso de fuerza de los que aún no se sabe si están siendo realmente investigados o tendrán alguna acción disciplinaria.

Aunque no hay que generalizar, muchos ciudadanos sienten que la ciudad se ha convertido en un campo de batalla cada vez que hay una protesta. Si bien es cierto que el Escuadrón Móvil Antidisturbios tiene que seguir unos protocolos y estrategias de seguridad, y reaccionar ante cualquier eventualidad, en algunas ocasiones los videos e imágenes compartidas en redes sociales dejan en evidencia el exceso.

Hugo Acero, experto en seguridad, comentó a PUBLIMETRO que “el Esmad debe cumplir una función disuasiva y no de choque. Cuando aparecen los disturbios se dan los enfrentamientos y la función, con su presencia, es la de poder decir que ahí están si se necesita controlar. Si se desborda, intervienen”. 

El actuar del Esmad no solo se ha puesto en duda por los hechos ocurridos en Bogotá este año. El paro agrario de 2013 evidenció el uso desmedido de la fuerza de su parte, tanto así, que el mismo presidente Juan Manuel Santos tuvo que pedir disculpas. 

Acero comentó que “ellos (el Esmad) tienen unos protocolos y hay momentos en los que están obligados a actuar. Lo que pasó con las personas en condición de discapacidad fue un error y no puede suceder, porque también debe haber una cosa que se llama proporción de la fuerza”.

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Ahora, volvamos nuevamente al caso de las redes sociales como herramienta de exposición en estos casos. Los bogotanos se enteraron del ataque a Sebastián Díaz, el joven que protestaba en contra de las corridas de toros, quien recibió un disparo en su cara, al parecer por uno de los miembros del Esmad, por Twitter. Las fuertes imágenes y videos rotaron durante toda la semana y la Policía aseguró que iniciaría el interrogatorio e investigación correspondiente en el caso. Fue así como las redes sociales ejercieron presión y el caso se viralizó.

Cuando protesta se confunde con disturbio

Sigamos con el caso de las personas en condición de discapacidad que fueron atacadas con una bomba de gas lacrimógeno, pues se convirtió en el claro ejemplo de cómo una protesta puede confundirse con un disturbio. Tema del que se habla desde hace varios años.

De hecho, en 2013, el politólogo de la Universidad Nacional, Edwin Cruz, escribió para El Muro, publicación digital del departamento de Ciencias Políticas de la misma institución, que “existen razones para pensar que es necesario el desmonte del Esmad y su reemplazo por un cuerpo policial idóneo para garantizar los derechos que se pueden ver vulnerados a consecuencia de la protesta. La función de los agentes del Esmad está orientada a la “atención, manejo y control de multitudes”. Para ello reciben permanentemente distintos tipos de entrenamiento, formación en derechos humanos y sicología de masas. Sin embargo, podemos ver de entrada que existe un sesgo muy complicado en un contexto como el colombiano: se confunde la protesta con disturbios, motines y otras conductas de masas o multitudes”.

En el caso de Bogotá, el cuestionamiento de muchos ciudadanos es ¿por qué el Esmad se ha convertido, si es así, en la respuesta a la mayoría de las concentraciones que surgen en la ciudad a diario?. Despejar esta duda está en manos del alcalde Enrique Peñalosa.

Denunciar

No queda de otra: hay que denunciar. Así lo afirma Hugo Acero, “porque la gente cree que no hay quién los defienda y pueden ir a la Procuraduría o a la Contraloría, y si ya se comprueba algún delito pues se va a la Fiscalía. Lo que sucede es que la gente no pone la denuncia y si los ciudadanos no denuncian pues eso queda ahí”.

Díaz, quien recibió el disparo en la cara, denunció y la Policía se pronunció asegurando que se haría una investigación. Acero añadió que, aunque se piense que estos actos pasarán sin pena y sin gloria,  sientan un precedente para que sean revisados y cuestionados. Además, comentó que “creo que es una generalidad que digan que todos los bogotanos se sienten agredidos, eso no es verdad. Los que sí son agredidos son los que se pueden incluir en este grupo de los que se enfrentan. Es como decir que la mayoría de los que protestan se van a enfrentar al Esmad y eso no es verdad. No se pueden dar generalizaciones de ese tipo”. Lo único cierto, por ahora, es que los bogotanos aún esperan la respuesta de su mandatario.

PUBLIMETRO intentó comunicarse con voceros del Esmad para conocer cómo van las investigaciones de los casos mencionados y su posición sobre el tema, pero no obtuvo respuesta. 


“El Esmad debe cumplir una función disuasiva y no de choque”: Hugo Acero, experto en seguridad.

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