Bogotá

Un pedacito de México en Chapinero

La esquina de la avenida Caracas con calle 57 es el punto de encuentro de muchos mariachis que encuentran en la música ranchera un modo de subsistencia. Claudia Jimenez Molina cuenta qué tan difícil es sobrevivir en el mundo de los mariachis.

La esquina de la avenida Caracas con calle 57 es reconocida por los bogotanos como el sitio para encontrar a muchos de los mejores grupos de mariachis de la ciudad. Si usted está buscando un mariachi para conmemorar cualquier evento especial o para animar sus celebraciones, este es el lugar indicado. En ‘La Playa’, nombre con el que también se le conoce a este populoso sector,  las rancheras mexicanas se entonan con ritmo muy colombiano con músicos de todas las edades que esperan la clientela de la noche.

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Desde las primeras horas del día, se comienzan a ver a los mariachis con sus mejores pintas, zapatos muy bien lustrados y sonrisas con las que buscan cautivar a potenciales clientes. La gran mayoría han crecido en ‘La Playa’. Algunos iniciaron como músicos de esquina, pero poco a poco fueron progresando y ahora ya tienen un grupo más organizado, con vestuario y clientela fija.

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Este es el caso de Claudia Jiménez Molina, una de las voces más reconocidas del gremio musical de Chapinero. Ella cuenta que “la música está en mi sangre, mi padre fue mariachi y mis hermanos son mariachis y ya tienen sus grupos y viven de esto. Yo respiro la música y canto porque me gustan las rancheras”.

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“Sobre las 7 de la mañana ya estoy en La Playa. Cuando hay poco trabajo mi labor es de investigadora, es decir, tengo que buscar personas que estén interesadas en una serenata. Este es un trabajo muy pesado y muchas veces es complicado conseguir algo”.

Luego de varias horas de espera y tras múltiples intentos, por fin sale una serenata. Ella llama inmediatamente a sus compañeros de grupo, le hacen un ensayo a sus clientes y luego de convencerlos de que son la mejor opción toman sus instrumentos, se visten con sus mejores ropas y emprenden camino al primer trabajo del día, un sepelio. “Los trabajos más comunes en las mañanas son los viacrucis, que son las serenatas que entonamos para despedir a un familiar o ser querido. Son momentos difíciles en los que debemos acompañar a las familias y por eso tenemos un repertorio seleccionado para esos momentos duros”.

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“Para la época del día de la madre nos sale mucho trabajito, también es muy bueno en fechas como Amor y Amistad. Este es un trabajo que es muy agradecido con nosotros y nos da para sostener a nuestras familias, aunque como en todo negocio hay momentos complicados”.

Apodos como “el charro de la muerte”, “el pincher”, “el chacal”, son muy comunes en el sector, pero Claudia se ha hecho reconocer por apodos, pero sí por su voz. “Yo comencé en esto buscando clientes, pero un día no se presentó el cantante principal y me pidieron el favor de ayudar con las voces en una serenata, cuando escucharon mi voz se dieron cuenta que tenía potencial y que podía trabajar en esto. Siempre he sabido que lo de la música lo llevo en la sangre”.

Al final del día, luego de varias horas de duro y arduo trabajo, Claudia regresa a su casa para retomar fuerza y continuar al próximo día, para seguir deleitando a sus clientes con “más rancheras que alegran el alma”.

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