Bogotá

La esquina privilegiada de la historia en Bogotá

Historia. Los muros dan cuenta de distintas luchas en las que los colombianos han buscado su libertad, y no termina

Con Monserrate como telón de fondo, los dos pisos de la Casa del Florero, ubicados en la esquina de la carrera Séptima con calle 11, han sido testigos de trascendentales acontecimientos de la ciudad.

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Al interior de sus muros un  artículo decorativo fue pieza clave para dar un grito que le abrió las puertas a un país que, lejos de terminar sus reyertas con la independencia, siguió un sinnúmero de conflictos que no terminan de cerrarse.

“Llorente no vivía acá, pero sí tenía su tienda en el primer piso”, aclara Daniel Castro, director de la Casa del Florero y la Quinta de Bolívar.

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En 1910, Vicente Herrera, un joven estudiante de la ciudad, por iniciativa propia y de su dinero, compró una placa para recordar la importancia de la casa esquinera.

Aunque el gesto del muchacho hizo que el inmueble quedara señalado como un sitio histórico, esto no lo salvó de caer en el deterioro propio del tiempo.

No obstante, la atención sobre la casa siempre estuvo en el aire, al punto de que en 1948, cuando ocurrió el Bogotazo, el bombero Daniel Ramos corrió con su unidad para salvaguardarla de las llamas que ese día se tomaron la ciudad.

Ese inolvidable 9 de abril los hoteles Europa y Atlántico (donde ahora queda el almacén Ley), vecinos de la estructura, terminaron consumidos por el fuego mientras que la Casa del Florero permaneció intacta gracias al favor de Ramos y su equipo.

El inmueble quedó entonces aislado y en franco deterioro. Una década después la casa se caía a pedazos, hasta que la Academia de Historia decidió rescatarla del olvido para convertirla en museo en 1960, a pesar del deseo de algunas autoridades de la época de tumbarla y transformarla en una plazoleta.

Años después, otro capítulo trágico vendría a golpear los históricos muros de la Séptima con 11. “En la toma del Palacio este inmueble fue la central de operaciones de la retoma y este es un asunto todavía candente y que genera polémica”, apunta Castro.

En una de las salas del museo aparecen los rostros de quienes desaparecieron ese confuso 6 de noviembre de 1985.

Según el director, los familiares del coronel Plazas Vega, memorable por explicarle a un periodista la retoma diciendo que los militares “estamos manteniendo la democracia, maestro”, se oponen a que este capítulo se exponga en la Casa del Florero, mientras que los familiares de los desaparecidos opinan que es importante contarlo.

“No podemos obviarlo”, afirma Castro al tiempo que asegura que es otro de los contextos que se deben abordar.

“¿Olvidar? ¿Recordar? ¿Perdonar? ¿Condenar? ¿Reparar?”, son las preguntas que los carteles de las paredes les hacen a los visitantes.

Esto en el marco de las reformas que vinieron con la conmemoración número 200 del grito de la Independencia y que buscaron hacer del museo uno más interactivo.

“Teníamos que pensar en la renovación para darle a la gente otros puntos de vista de la Independencia”, cuenta Castro.

Pero por esos vericuetos de la libertad, que puede empezar pero no terminar con un grito, esa no es la única historia que los visitantes del museo encuentran dentro de sus muros.

La exposición de la primera cédula de ciudadanía expedida a una mujer, a Carola Correa de Rojas Pinilla, el 25 de mayo de 1959, da cuenta de esas otras luchas de independencia y libertad.

Para el director, tan importante es la historia de la casa como la casa en la historia.

“En esta esquina, con vista a la Plaza Mayor, han ocurrido hechos que han cambiado la historia.

Muchos dicen que en esta casa, a partir de una pelea por un florero, nació un país al que hoy llamamos Colombia. Un país que no deja de luchar…”, reza en una de sus paredes.

Lo cierto es que los cerca de 800 metros cuadrados del inmueble son una invitación a pensar sobre esa Colombia de la que todos somos protagonistas. Y usted, ¿de qué quiere independizarse?

El dato
800

Metros cuadrados tiene el museo, ubicado en la carrera Séptima con calle 11. La casa vivió de cerca el Bogotazo y la toma al Palacio de Justicia.

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