Bogotá

Seis años de puro pedalear de noche

Ciclopaseo. Cada miércoles se ven en la calle 97 con 11. Luego se pierden por Bogotá con un casco y dos ruedas

El que no ha visto el Ciclopaseo de los Miércoles, cuando lo ve se asusta. Docenas y docenas de bicicletas rodando a toda velocidad, al mismo tiempo, por plena vía o ciclorruta. Están completamente locos: se van a la zona de tolerancia, a al humedal Juan Amarillo, al Cementerio del Norte sin que un solo policía los cuide.

Llevan seis años estando completamente locos y contagiando a más gente con su condimentado amor por la bicicleta. Cada 15 días, sobre las 7:30 p.m. llegan por docena a reunirse a la calle 97 con 11 y desde ahí salen a una de las 19 rutas que ya han explorado en la ciudad, cada vez de una forma diferente.

Jorge Malagón, en sus ratos más apasionados, es uno de los líderes de logística del Ciclopaseo de los Miércoles. Él y todo un equipo de voluntarios se encargan de mantener con vida a los cientos de asistentes a este evento nocturno: le ayudan a los pinchados, apuran a los que van en la cola, alientan a los cansados, hidratan a los desvalidos y detienen el tráfico cuando los carros, buses y busetas no esperan por voluntad propia.

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“Aquí no hay condiciones sociales como requisito, ni nadie pregunta qué bicicleta tiene, es simplemente el culto a pedalear en la noche”, dice un orgulloso Malagón.

Uno de los fundadores del Ciclopaseo, Andrés Vergara, cuenta que esto nació después de que él decidiera ir a los cuatro puntos cardinales del país en bicicleta y sus amigos empezaran a decirle que los llevara.

Entonces hicieron un pacto de subirse a sus sillines cada miércoles, aunque llueva, aunque haya final del fútbol colombiano o sea el aniversario de boda de alguien. Y desde entonces 5000 bogotanos han ido por lo menos una vez a uno de los 180 ciclopaseos nocturnos que calculan han hecho durante su vida.

El objetivo en últimas es mostrar que en Bogotá sí se puede andar en bicicleta y que a todos lados se puede llegar en ella. La invitación es a que “vayan al Ciclopaseo para que se den cuenta de que ahí se mueren todos los mitos relacionados con la bici y el clima o la seguridad”.

Muchas parejas de novios han salido del Ciclopaseo, también muchos adictos a la bicicleta han surgido, y otro tanto ha podido superar su dependencia al carro. Sin embargo, la gran ganacia, según concluyen Vergara y Malagón,  es que han podido apropiarse de zonas de la ciudad que en soledad y de noche serían imposible.

Katherine Loaiza/ @misialoaiza

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