«Tiempos drásticos ameritan medidas drásticas», le dice Jason MacGregor a la BBC.
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«Soy de una isla llamada Príncipe Eduardo en Canadá y hemos visto tormentas fuertes que han tenido un efecto destructivo en nuestros puertos», empieza el ambientalista.
«Vemos huracanes más fuertes debido a una Corriente del Golfo más cálida», explica.
Y con su isla siendo particularmente vulnerable a la erosión costera producida por el aumento de los niveles del mar, McGregor ha decidido que para ayudar renunciará a ser padre.
«Es muy triste como frustrante ver cómoel cambio climático ya está teniendo un efecto tan dramático en el lugar al cual llamo hogar», dice.
«Así que he decidido no tener hijos para ayudar a combatir el cambio climático«.
El granito de arena
De acuerdo con MacGregor, quien se define como un ciudadano global, «lo complicado en relación al cambio climático y en cómo combatirlo es que menos es más«.
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Lo que se necista, dice, es «usar menos recursos, es decir, menos niños, comer menos carne, conducir menos, viajar menos».
«Tengo una pareja y los dos estamos de acuerdo. Tuvimos una conversación profunda sobre no tener hijos y sobre ayudar a combatir el cambio climático», cuenta.
«Es algo que no tomamos a la ligera y siempre está ese miedo de que quizás nos arrepentiremos«, reconoce.
«Pero si puedo hacer mi parte al no tener hijos, eso es algo bueno que puedo hacer por el medio ambiente».
Uno de muchos
MacGregor se une a un grupo de personas que, en diferentes partes del mundo, han decidido no procrear para ayudar a proteger el planeta.
Por ejemplo, para Audrey García, una barcelonesa de 39 años, «no es ético tener hijos biológicos».
«No lo es en un mundo sobrepoblado donde falta agua y comida para muchas personas, donde estamos destruyendo el medio ambiente, donde no paramos de consumir más y más recursos», le dijo a BBC Mundo en marzo de 2018.
«No lo es cuando se puede adoptar o acoger», insistió entonces.
Mientras que Anna, de Reino Unido, le dijo a la BBC en abril de 2018 que no tendrá hijos porque quiere «salvar el planeta».
Aunque la idea de ser madre nunca le resultó muy tentadora, se dio cuenta de que «lo mejor que puedo hacer por el medio ambiente es no tener hijos».
«Ahora me considero una ambientalista y trato de vivir de la forma más sostenible posible», dijo la joven de 35 años que es vegana, se transporta en bicicleta y se lava el cabello una vez al mes.
«Es ineludible que tener hijos, principalmente te convierte en un consumidor de recursos. No quiero decir que nadie debería tener hijos, pero es un hecho. Si quedase embarazada, tendría un aborto», aseguró categórica.
La piloto profesional de automóviles de carrera Leilani Munter también se ha convertido en una activista que quiere llamar la atención sobre el problema de sobrepoblación mundial.
«Tenemos que normalizar que la gente no tenga hijos para que podamos salvar el planeta», le dijo a la BBC.
Munter decidió no tener hijos cuando era una veinteañera.
«Un hijo menos»
Estos planteamientos se apoyan en estudios como «La brecha en la mitigación del clima», publicado en 2017 en el sitio especializado: Environmental Research Letters.
En el mismo, Seth Wynes y Kimberly A. Nicholas plantean que «el cambio climático antropogénico actual es el resultado de la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, el cual es la suma de miles de millones de decisiones individuales«.
Y tras considerar «una amplia gama de opciones de estilo de vida individuales», los investigadores de la Universidad de British Columbia, de Canadá, y de la Universidad de Lund, en Suecia, identificaron cuatro recomendaciones para reducir sustancialmente las emisiones anuales de cada persona.
Una de ellas es tener «un hijo menos», lo cual, en el caso de los países desarrollados repercutiría en una reducción de 58.6 toneladas de CO2 por año, en promedio.
Las otras tres recomendaciones son:
- No usar automóviles
- Evitar viajes en avión
- Comer una dieta basada en plantas
Una corriente nada nueva
El antinatalismo, la corriente filosófica y de pensamiento que cree que no se deberían traer nuevas personas al mundo, no es in embargo algo nuevo.
El filósofo alemán Arthur Schopenhauer fue uno de los principales pensadores occidentales en cuestionar el valor de la existencia.
Para el filósofo sudafricano David Benatar la vida es terrible y no merece en absoluto ser vivida.
En su libro «Better Never to Have Been» (Mejor nunca haber existido), el director del departamento de Filosofía de la Universidad de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, asegura que nacer es una profunda y terrible desgracia.
Por eso, opina que lo mejor que puede hacer la humanidad es dejar de procrear para lograr la extinción de los seres humanos de la faz de la Tierra.
«Una de las razones es que no se debería dar vida a nuevas personas por el sufrimiento que esos individuos experimentarán», le dijo a BBC Mundo en 2017.
«Hay numerosos argumentos al respecto, pero uno de ellos es que hay mucho dolor y sufrimiento en la existencia humana, así que por eso mismo es un error traer nuevos seres humanos al mundo».
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