Los botes llegaron al anochecer a la orilla de la ciudad de Dangriga en la costa de Belice.
PUBLICIDAD
A bordo, hombres, mujeres y niños vestidos vistosamente portaban banderas caseras y ondeaban frondosos y brillantes ramos de hojas de palmeras cocoteras según se acercaban a la costa.
En tierra, una multitud esperaba, lista para vitorear el desembarco en la arena de los pasajeros de los botes.
En una mañana similar de 1832, los garífunas (descendientes de los pueblos caribe, arahuaco y de África Occidental) hicieron el mismo viaje, finalmente capaces de llamar hogar a Belice después de haber sido rechazados por el gobierno británico tres veces.
El 19 de noviembre de cada año, los garífunas celebran el Día del Asentamiento Garífuna, que marca su llegada a Belice -en aquel entonces colonia británica- y sus muchas contribuciones al paisaje del país.
Una cultura única
Con esta recreación de la llegada de los barcos, así como con las historias que cuentan los sabios del lugar, la música, el baile y los platos tradicionales, la fiesta nacional atrae a visitantes de todo Belice y el mundo.
Les presenta las razones que hacen única la cultura garífuna y por qué su gente está luchando para mantener vivo su legado en un mundo crecientemente moderno.
PUBLICIDAD
Si se le pregunta a los garífunas y a los historiadores sobre el origen de este pueblo, la respuesta común es que africanos occidentales que eran transportados a los mercados de esclavos del Nuevo Mundo se escaparon tras el naufragio de dos barcos en 1635.
De los cientos de esclavos, aquellos que lograron sobrevivir nadaron hasta la isla caribeña de San Vicente donde fueron bienvenidos por los pueblos caribe y arahuaco y crearon una cultura con idioma, música, bailes y cocina propios.
Sin embargo, la Fundación Estadounidense del Patrimonio Garífuna en Los Ángeles, California, sugiere que africanos del imperio de Mali pudieron haber llegado a la isla tan pronto como en el año 1200 y que el naufragio de los barcos simplemente hizo que la población aumentara.
Otros historiadores cuentan que el relato del naufragio es resultado de siglos de tradición oral y que San Vicente ni siquiera estaba cerca de ninguna de las rutas regulares del comercio de esclavos.
Sea como fuere, la creencia en el naufragio persiste como la "historia aceptada" por la mayoría del pueblo garífuna.
Orgullo garífuna
"Nunca fuimos esclavos", dice Gilbert Swaso, exalcalde de Dangriga e historiador de la cultura garífuna.
"Eso es un punto de orgullo para el pueblo garífuna".
Un tratado de paz británico de 1660 le concedió la "posesión perpetua" de la isla caribeña de San Vicente a los garífuna, pero menos de 10 años después el tratado se rompió y los ingleses reclamaron la isla.
Sin embargo, tuvo que pasar más de un siglo para que los europeos recuperaran el control de la isla.
En 1796, después de años de redadas y escaramuzas, los garífunas -que eran la población dominante en la isla tras generaciones de mestizaje con los locales- fueron derrotados, deportados y abandonados en la isla hondureña de Roatán, entonces en manos españolas.
Pese a ser abandonados en una costa extraña, los garífunas resurgieron, aunque no quedaron libres de la persecución.
Tras una revuelta republicana en Honduras en 1821, algunos garífunas huyeron y en 1832 llegaron a la costa de Belice. Adoptaron su nuevo hogar con optimismo.
"Los garífunas solicitaron asentarse en Belice y fueron rechazados tres veces", explica Swaso.
"En un momento determinado, el gobierno británico admitió a los garífunas en Belice, pero tenían que mantenerse lejos de las grandes ciudades y, si querían entrar en ellas, necesitaban un pase.
"Así, los garífunas se instalaron en el sur, uno de los asentamientos más grandes se dio en Dangriga seguido de Punta Gorda".
Anhelo de ser reconocidos
La lucha para que el gobierno de Belice reconociera oficialmente la cultura garífuna no fue fácil.
Si bien fueron aceptados en el país, los garífunas fueron discriminados, especialmente mediante las trabas que se pusieron al uso del idioma garífuna en las escuelas y la condena en las iglesias a su espiritualidad.
"Cuando los garífunas sufrieron discriminación espiritual por parte de los católicos romanos, que entonces era la religión dominante en Belice, incorporamos algunos de sus santos en nuestra religión y sobrevivimos", señala Swaso.
"Cuando se nos impidió la entrada en las ciudades, creamos las nuestras propias. Cuando se nos discriminó en las escuelas, nos convertimos en profesores y abogados y doctores.
"Nos acomodaremos y cambiaremos lo que sea necesario para sobrevivir sin tener que sacrificar nuestra cultura".
Población garífuna
Actualmente, la población global de los garífunas es de unos 600.000; la mayoría están en Honduras y Belice, aunque también se encuentran en partes de Guatemala y Nicaragua.
Según un informe del censo de 2010 publicado por el Instituto Estadístico de Belice, de la población total de unas 324.500 personas de dicho país, se calcula que el 6,1% es garífuna.