"Mira, mi piel es como la arena de la playa", se ríe Lyosha, de 16 años.
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No estoy seguro de cómo reaccionar a su chiste. ¿Debería reírme o no? Reírme no me parece apropiado.
Lyosha nació en un pueblo remoto en el este de Siberia, Rusia, donde la pobreza y el alcoholismo sellaron su destino.
En 2005, después de una gran celebración de Año Nuevo, su padre, en estado de delirio, tiró a sus dos hijos pequeños dentro de un gran horno a leña encendido.
El bebé de 14 meses murió quemado. Lyosha, de dos años, se salvó gracias a su madre.
Sufrió quemaduras horribles: su cabeza, sus hombros, sus brazos y pulmones, todos ellos resultaron afectados. Pero sobrevivió.