El 12 de julio de 2015, un satélite voló sobre los extensos desiertos y ciudades del lejano oeste de China.
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Una de las imágenes que logró capturar ese día fue un parche de arena gris vacío, deshabitado.
El lugar menos pensado para comenzar una investigación sobre uno de los temas más delicados en derechos humanos de los últimos años.
En menos de tres años, el 22 de abril de 2018, una foto satelital en el mismo lugar de desierto mostró algo totalmente distinto.
Una enorme instalación de seguridad había aparecido sobre la arena, enmarcada por un muro exterior de 2 km de largo salpicado por 16 torres de vigilancia.
El año pasado se conocieron los primeros reportes de que China estaba operando un sistema de campos de detención para los musulmanes que residían en la provincia de Sinkiang.
La foto satelital fue descubierta por investigadores que estaban buscando evidencia de los campos en el archivo del sistema de mapeo global Google Earth.
La foto sitúa el lugar a pocos kilómetros de la localidad de Dabancheng, a una hora por carretera de la capital de la provincia, Urumqi.