En Ciudad de México, en 1968, una protesta política silenciosa en el podio olímpico durante la ceremonia de premiación dio la vuelta al mundo.
PUBLICIDAD
Los primeros nombres que se vienen a la mente son los de Tommie Smith y John Carlos a raíz del impacto que tuvo el gesto que dio vida e inmortalizó al Black Power (el poder negro).
Pero la imagen no fue la de los velocistas estadounidenses sino el de la diminuta gimnasta Vera Caslavska dándole la espalda al himno y la bandera de la Unión Soviética.
Conocida como la "otra protesta", la olvidada, Caslavska mostró de esa manera su rechazo a la invasión que había sufrido Checoslovaquia por parte de tropas soviéticas y sus aliados del pacto de Varsovia dos meses antes.