"Cuando Estados Unidos tose, Centroamérica se resfría".
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El viejo refrán da cuenta de un complejo entramado de relaciones que, por años, ha marcado los vínculos entre Washington y los gobiernos -y las realidades- de Honduras, Guatemala y El Salvador.
El tema cobra relevancia estos días, luego de que una caravana de miles de migrantes, sobre todo de hondureños, tomara rumbo hacia Estados Unidos.
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El presidente Donald Trump advirtió que cortaría la ayuda que su gobierno envía a Centroamérica si no se lograba detener el flujo de migrantes; pero, pese a las amenazas, miles de personas continuaron sumándose a la caravana.
Alegan que huyen de la violencia, la inseguridad y la falta de oportunidades en sus naciones, que se encuentran entre las más pobres de la región.
"Es conocida la situación en la que viven muchos de estos países, pero lo que muchas veces no tenemos en cuenta es cómo EE.UU. contribuyó a crear la situación de la que escapan muchas de esas personas", explica a BBC Mundo Elizabeth Oglesby, profesora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Arizona.
Joseph Nevins, experto en Centroamérica del Vassar College, en Nueva York, opina, por su parte, que el motivo por el que emigran a Estados Unidos no solo está vinculado con que este país sea el más desarrollado de la región, sino también con la propia influencia que Washington ha tenido allí por décadas.
"La migración es a menudo una manifestación de una relación profundamente desigual entre los países que envían migrantes y los países de destino. Y es lo que pasa en este caso", señala.