Suelen tener un perfil bajo, discreto. En muchos casos solo se conoce su nombre cuando las autoridades –sobre todo de Estados Unidos- los vinculan con alguna investigación.
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Es entonces que aparecen detalles de sus actividades o negocios. Pero el resto del tiempo su vida es un misterio.
Son las familias de los líderes de narcotráfico, que en algunos casos juegan un papel fundamental para los carteles: con frecuencia de entre ellos surgen los sucesores de los capos.
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En otros se encargan de las operaciones financieras, y lo más común es que establezcan negocios o adquieran propiedades para invertir las ganancias del tráfico de drogas.
Pero de su vida familiar, los barrios donde viven, sus aficiones o estudios que cursan se conoce muy poco.
Ocurre incluso en los casos de quienes tienen cierta presencia pública como Emma Coronel, la última esposa de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”.
Recientemente en algunos medios y redes sociales se publicaron fotos de lo que, aparentemente, fue el festejo por el cumpleaños 7 de las hijas gemelas de la pareja.
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La reunión se diseñó con colores y adornos inspirados en la muñeca Barbie. En Instagram y Facebook se crearon cuentas supuestamente de Coronel.
En una carta la esposa de “El Chapo” reconoció que las imágenes fueron de la fiesta, pero no las difundió en internet.
“No tengo redes sociales, no soy la persona detrás de esas páginas”, indicó.
“Yo nunca quise estar en esta situación de tener mi vida expuesta, lo cual no es nada agradable debido a que ya es muy difícil lidiar por la situación en la que me encuentro y todavía tener que exponerme por personas ajenas a mí, que están dedicándose a exhibir a nombre mío, mi vida privada”.
Clanes familiares
Ciertamente, por la naturaleza de sus negocios es lógico que los capos sean recelosos de la vida privada de su familia.
Por eso establecen relaciones muy cerradas y casi siempre discretas, le dice a BBC Mundo el especialista José Reveles, autor de varios libros sobre el tráfico de drogas.
“Son grupos endogámicos, no se salen de su propio circulo de influencia, no se casan con cualquiera”, explica.
“Se van uniendo, son como clanes familiares que se amplían con los matrimonios, y eso es muy evidente en todos los grupos mexicanos dedicados a la droga”.
Un ejemplo es Giselle Guzmán Salazar, la hija mayor de “El Chapo” quien estuvo casada con Vicente Zambada Niebla, encarcelado en Estados Unidos.