Yashir Pinto perece cansado, pero es difícil culparlo.
PUBLICIDAD
Recién acaba de jugar un partido amistoso contra Kirguistán que terminó en empate a un gol, pero esa no es la principal causa de su cansancio.
Sobre sus hombros pesa sobre todo el interminable viaje que tuvo que hacer para llegar hasta la capital kirguisa, Bishkek, desde su casa en Coquimbo, en el norte de Chile.
En total fue una travesía que le tomó 32 horascon paradas en Santiago, Madrid y Estambul; un "pequeño" esfuerzo que sabe que tiene que realizar para cumplir con lo que considera un deber y privilegio: jugar para la selección de Palestina.