[SPOILER ALERT. Esta crónica reconstruye el asesinato de un niño llamado Jafet Absalón Xirum Chinol, ocurrido el 18 de octubre de 2017 en el cantón Pachoj del municipio de Chichicastenango, en Guatemala. Absalón tenía 12 años.
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Lo asesinaron pandilleros de la 18. La crónica narra también las convulsiones que aquella muerte provocó en el cantón y en la ciudad entera -de amplia mayoría indígena, de la etnia maya k’iche’-, y cómo las comunidades organizadas investigaron por cuenta propia el asesinato del niño, y lo vengaron a su manera: con linchamientos brutales primero, con gasolina y fuego después.
Todo eso se relata en esta larga crónica, y se destripa en este primer párrafo por la convicción de que lo importante del relato no es su sangriento desenlace -por inspirador o inhumano que parezca-, sino sus pliegues y recovecos. Lo verdaderamente importante son los porqués.]
El niño entró en la casa creyéndola vacía, pero había tres hombres.
Absalón -12 años, 120 centímetros, indígena, piel morena, pelo liso y negro, ojos café- había salido rumbo a la escuela del cantón, una especie de centro comunal multiusos en el que también se paga la factura del agua. Así se lo había ordenado en la mañana Miguel Xirum, su padre.
Hasta entonces, aquel miércoles para Absalón había sido un día intrascendente, olvidable. Se había despedido temprano de sus padres, que atienden un negocio propio en el centro de Chichicastenango; había asistido a clases en su escuela, la Flavio Rodas Noriega; y luego se había regresado al cantón, a esperar que entrada la noche la familia regresara. La rutina. Lo único fuera del guion había sido ir a pagar la factura. Ese rato aprovecharon los tres hombres para colarse en la casa.
Sobre el papel iba a ser un robo limpio, en una vivienda vacía, en un cantón apenas transitado de la periferia de Chichi. Los ladrones eran tres: Juan Senté (aliasTucán) y Dustyn Daniel Xiquín Cabrera (alias el Dustyn), dos veteranos de la (pandilla) 18, casi treintañeros; con ellos estaba César Armando Chicoj Xirum, la mayoría de edad recién cumplida y primo de Absalón, seguramente el que sugirió lo sencillo que sería hurtar en esa casa. Hubo un cuarto involucrado, aunque él no subió hasta el cantón Pachoj: Carlos León Macario, amputado de una pierna, el más viejo de los cuatro, dieciochero también.