El astronauta estadounidense Michael Barratt llevaba seis meses en la Estación Espacial Internacional cuando percibió un cambio preocupante: su visión se había deteriorado.
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Barratt, quien es médico, no conseguía ver como antes objetos cercanos.
Otro miembro de la misión, el canadiense Robert Thirsk, también médico, experimentó el mismo problema.
Ambos astronautas hicieron exámenes de sus ojos y confirmaron el deterioro, según relatos en la prensa estadounidense.
El caso de Barrat y Thirsk durante su misión de 2009 es un ejemplo de un problema más amplio que la NASA aún no ha logrado resolver.