Entre los 20 millones de objetos en las colecciones del Museo Nacional de Rio de Janeiro consumidos en el incendio del domingo, uno en particular despertaba gran curiosidad entre los visitantes.
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La momia egipcia llamada Kherima, de 2.000 años de antigüedad, fue llevada a Brasil en 1824, en una caja de madera, por un comerciante llamado Nicolau Fiengo.
Dos años después la momia fue vendida en una subasta al emperador brasileño Pedro I, quien la donó al entonces Museo Real, fundado en 1818 en Campo de Santana, un parque en la zona central de Rio de Janeiro.
Kherima se destacaba porque sus extremidades estaban envueltas en forma individual en vendas de lino decoradas, lo que le daba el aspecto de una muñeca extraña.
Otras momias de la misma época fueron preservadas con otras técnicas menos detallistas, y se cree que había solamente ocho momias en el mundo como Kherima.
"Era un ejemplar muy importante por la forma en que fueron colocadas las vendas, una técnica que conservaba la humanidad del cuerpo, y en este caso, su contorno femenino", señaló a BBC News Brasil Rennan Lemos, estudiante de doctorado en arqueología en la Universidad de Cambridge en Inglaterra e investigador asociado del Laboratorio de Egiptología del Museo Nacional (Seshat).