Cuando Marta Amaya nació, su madre lo había perdido casi todo: casa, país, marido y cuatro hijos pequeños que fueron asesinados a sangre fría en uno de los episodios más terribles de la guerra civil de El Salvador.
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Rufina Amaya era la única sobreviviente de la masacre de El Mozote, ocurrida en diciembre de 1981, en la que unas 1.000 personas fueron ejecutadas por fuerzas especiales del Ejército, que realizaban labores de contrainsurgencia y perseguían a guerrilleros del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN).
Semanas más tarde, la mujer contó lo ocurrido a dos corresponsales de The New York Times y The Washington Post, que fueron los dos primeros medios en visitar la zona y dar cuenta de la matanza.
Luego, Rufina tuvo que abandonar el país para salvaguardar su vida y escapar a un campo de refugiados en Honduras.
Allí, en 1985, nació Marta, quien tres décadas más tarde acaba de recibir asilo en Estados Unidos por la misma razón que su madre.
¿Cómo es posible?
Pasando el testigo
Marta conoce muy bien los detalles de la masacre de El Mozote.