Académicos, empresarios, periodistas, embajadores y hasta la aerolínea del país. Todos lamentaron su muerte.
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Algunos hasta salieron a las calles para reclamar justicia. Pero no lo hacían por un rey o un líder religioso, sino por un ciudadano civil normal y corriente: Simegnew Bekele, jefe de obra pública.
La muerte repentina de este ingeniero ha conseguido unir a un país enfrentado entre sí por conflictos políticos y étnicos desde hace muchos años: Etiopía.
La policía encontró su cuerpo dentro de un coche la semana pasada en la capital Addis Abeba y todavía está investigando los motivos de la muerte de un hombre querido por todos.
En este tuit, Aerolínea Etíope, la mayor del país, lamenta la muerte del ingeniero a la vez que señala que "nosotros, los etíopes, siempre atesoraremos sus hazañas y su legado seguirá vivo".
https://twitter.com/flyethiopian/status/1022511572248420352
Centenares de personas se lanzaron a las calles de la capital y también de la ciudad natal de Bekele, Gondar buscando respuestas a la muerte de un hombre querido por tantos.
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¿Qué lo hizo tan grande?
Bekele fue el gerente del multimillonario proyecto de la Gran Presa del Renacimiento etíope, que se convertirá en la planta hidroeléctrica más grande de África.
Esta obra es tan importante para el continente que el hombre encargado de dirigirla se ganó el respeto y cariño de muchos dentro de un país donde siempre ha habido divisiones entre sus habitantes.
Desarrollado a lo largo del río Nilo, se dice que este es el proyecto de infraestructura más ambicioso del continente africano. Una vez finalizada, la presa medirá 1,8 kilómetros de ancho y 155 metros de alto y podrá triplicar la producción eléctrica del país.