Sentada en una banca de madera astillada, la niña de 3 años se balancea entusiasmada. Sus sandalias apenas tocan el suelo mientras mira el programa de dibujos animados de las Tortugas Ninja.
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Es difícil creer que Comfort es una bruja.
Pero esa es la razón por la que ella y sus dos hermanos mayores ahora viven en un refugio de emergencia en la ciudad de Calabar, en el sureste de Nigeria.
Advertencia: Esta historia contiene material que puede herir sus sensibilidades.
Es apenas un sótano con una televisión y media docena de colchones viejos. La puerta está cerrada con llave casi todo el tiempo por la propia seguridad de los niños.
El refugio tenía el objetivo de ser una solución temporal, una escala hasta que los niños pudieran ser colocados con parientes lejanos.
Pero nadie quiere arriesgarse a llevar a los niños -que han sido acusados de brujos- a sus hogares.
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Cuando termina el programa, Comfort sale al exterior y se levanta la camisa para revelar una serie de cicatrices blancuzcas en su espalda.
Las marcas irregulares en su piel trazan el contorno de un machete al rojo vivo que un vecino usó para forzarla a "confesar".