Ni Washington ni Moscú, pero tampoco Londres o Minsk.
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Los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Rusia, Vladimir Putin, se reunirán este lunes 16 de julio en Helsinki, donde mantendrán su primer encuentro con carácter oficial desde que el mandatario estadounidense llegó a la Casa Blanca.
La cumbre en la capital de Finlandia se produce en un momento complejo para las relaciones trasatlánticas debido -entre otras cosas- a las constantes críticas de Trump hacia sus socios de la OTAN y a las dudas que persisten sobre su controversial actitud hacia Moscú.
Estas suspicacias están alimentadas por las denuncias sobre la supuesta intromisión de Rusia en las elecciones estadounidenses de 2016, así como por las notorias valoraciones positivas que el mandatario estadounidense ha hecho de Putin.
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La fecha de la reunión fue anunciada con menos de tres semanas de anticipación, lo que es inusual para este tipo de encuentros, algo que -según los expertos- explica solo en parte la elección de Helsinki como el punto de encuentro.
"Logísticamente era un buen lugar, cerca de Moscú y cuadraba con el itinerario de Trump por Europa", dice Alpo Rusi, profesor de Relaciones Internacionales y exdiplomático de Finlandia, a BBC Mundo.
Sin embargo, detrás de la elección de Helsinki hay también importantes antecedentes históricos así como el legado de una controversial política surgida durante la Guerra Fría: la conocida como finlandización.
De Helsinki a Helsinki
La capital de Finlandia se ganó por primera vez un lugar destacado como escenario de importantes encuentros internacionales en 1975, cuando fue la sede de la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa que, en medio de la confrontación entre Este-Oeste, logró reunir a más de 30 estados pertenecientes tanto al bloque socialista como al capitalista.