"Bueno hermano, ahora sí literalmente esto me está costando sangre".
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Luego de ser herido en el brazo derecho por simpatizantes del presidente Daniel Ortega el lunes pasado, monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, tomó el teléfono y llamó a su hermano menor, Javier.
"Pero el Señor está con nosotros. Y vos, por favor, cuídate", le dijo también el religioso, según le contó el mismo Javier a BBC Mundo.
Monseñor Báez es, para muchos, el obispo nicaragüense más crítico de Ortega.
Y ese mismo lunes -al día siguiente de la jornada más sangrienta desde que empezaron las protestas antigubernamentales que sacuden a Nicaragua desde hace casi tres meses- las imágenes del religioso de 60 años con su sotana blanca manchada de sangre le dieron la vuelta al mundo.
https://twitter.com/silviojbaez/status/1016414849335775233
Más temprano, el cardenal Leopoldo Brenes, el nuncio apostólico Waldemar Stanilaw Sommertag y 20 sacerdotes de la Arquidiócesis de Managua habían viajado hasta Diriamba, 35 kilómetros al sur de la capital, para solidarizarse con un grupo de jóvenes que estaban refugiados en una iglesia local.
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Un día antes, grupos de civiles armados leales al gobierno y de policías habían empezado a quitar las barricadas que algunos pobladores habían levantado en señal de protesta yrechazo al Ejecutivo, en una operación que dejó numerosos muertos.
Y los jóvenes habían buscado refugio dentro de la Basílica de San Sebastián, hasta donde llegaron los sacerdotes para tratar de protegerlos.
"Vivimos un momento muy duro", le contó después Monseñor Báez después a BBC Mundo.
"Nos encontramos desde el inicio con una turba violenta que comenzó a agredirnos verbalmente, nos impedía caminar y progresivamente se volvía más hostil. Cuando finalmente logramos entrar al templo, esta gente también irrumpió en modo amenazante y agresivo", detalló.