A principios del siglo XX, el explorador del Ártico Vilhjalmur Stefansson pasó cinco años comiendo solo carne.
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20 años después, en 1928, repitió el experimento por un año.
Stefansson quería refutar a aquellos que argumentaban que los humanos no pueden sobrevivir si solo comen carne.
Pero en ambos casos se enfermó. Desarrolló una "intoxicación proteínica", llamada "hambre del conejo", porque la carne de conejo tiene muy poca grasa.
Sus síntomas desaparecieron después de que bajó su ingesta de proteínas y aumentó la de grasas.
Luego adoptó una dieta baja en carbohidratos, alta en grasas y en proteínas hasta su muerte a los 83 años.
Estos experimentos son de los pocos casos registrados de alta ingesta de proteínas con efectos adversos extremos.
Pero a pesar de las crecientes ventas de suplementos, aún no estamos seguros de cuánta proteína necesitamos y cuál es la mejor manera de consumirla.