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En aquellas regiones del mundo donde los servicios higiénicos modernos y efectivos no son un lujo, se espera que uno no haga sus necesidades en ningún otro lugar que no sea el baño.
Pero en las últimas semanas se han dado a conocer casos de personas que defecaron en lugares públicos (y hasta en público), dejando conmoción y asco a su paso.
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El más reciente es el de un ejecutivo en Brisbane, Australia, que fue pillado por uno de los vecinos del edificio en el que defecó hasta 30 veces a lo largo de un año.
El hombre, de 64 años, salía a correr cada mañana y, muchas veces, al pasar por este complejo de departamentos se metía en un sendero privado para usarlo como baño. Iba preparado: los residentes no sólo encontraban sus heces por la mañana sino también papel higiénico, según publicó el portal australiano News.com.au.