Dos volcanes han ocupado las noticias internacionales las últimas semanas: el Kilauea, en Hawái, y, más recientemente, el Volcán de Fuego, en Guatemala.
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Ambos hicieron erupción, pero de maneras distintas y con resultados muy diferentes.
La del Kilauea, iniciada a principios de mayo, obligó a que más de 2.000 personas fueran evacuadas y sus ríos de lava han destruido alrededor de 120 casas.
Pero hasta este martes había dejado solo un herido de gravedad y ningún muerto.
En cambio, desde el domingo hasta la tarde del martes, el Volcán de Fuego, en Guatemala, había dejado 72 muertos y cerca de 4.000 desplazados.
¿A qué se debe que el último fenómeno haya sido más destructivo que el primero?
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Una de las razones es que dentro de los dos volcanes corren distintos tipos de magma, dice Janine Krippner, vulcanóloga de la Concord University, a BBC Mundo.
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La experta explica que el magma al interior del Kilauea es muy caliente y gaseoso, mientras que el material del Volcán de Fuego es más frío y espeso, lo que evita que los gases escapen fácilmente.