El 28 de diciembre de 2011 fue un día extremadamente frío en Pyongyang, la capital de Corea del Norte.
PUBLICIDAD
Nevaba sin parar mientras un Lincoln Continental negro avanzaba lentamente por las calles de la ciudad. En el techo del auto, sobre una base de crisantemos blancos, viajaba el féretro del Líder Supremo, Kim Jong-il.
Multitudes enormes, vestidas de negro, bordeaban las calles de la ciudad. Tenían que ser contenidas por soldados mientras lloraban descontroladas, golpeándose el pecho y gritando: "¡Padre!, ¡padre!".
Al lado del auto caminaba el hijo y sucesor de líder fallecido, Kim Jong-un. Con solo 27 años, se le veía abrumado y varias veces rompió a llorar durante la ceremonia.