El físico y cosmólogo británico Stephen Hawking, quien murió este miércoles a los 76 años, se volvió famoso por sus teorías sobre el funcionamiento de los agujeros negros y sobre cómo estas singularidades ayudan a explicar el universo.
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El autor de "Breve historia del tiempo", uno de los mayores best-sellers de divulgación científica de la historia, era respetado y admirado por la mayoría de sus ideas.
Pero un día tuvo que reconocer que uno de sus postulados estaba errado.
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Hawking presentó su primer gran avance teórico en 1970, cuando junto al matemático Roger Penrose explicó la importancia de los agujeros negros para entender el comienzo -y fin- del universo.
Planteó que una singularidad similar, una región de curvatura infinita en el espacio-tiempo, estuvo en el origen del cosmos: el punto en el que se produjo el Big Bang.
Y en 1974 el científico británico dio un paso más allá: valiéndose de la física cuántica -la que explica el comportamiento de las partículas subatómicas-, concluyó que los agujeros negros emitían radiación (calor) antes de dejar de existir.