Son las 7 de la mañana. Te despiertas, consultas el teléfono y observas con estupor la bandeja de entrada de tu correo electrónico, rebosante de emails del trabajo. Solo pensarlo te da escalofríos.
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Poco después, suena tu teléfono. Esta vez es un amigo por WhatsApp "¿No recibiste aquel mensaje que envié anoche? ¿No estabas conectado?", te reclama. ¡Deberías estar siempre online!, le faltó decir.
Si estas situaciones te resultan familiares —y vienen acompañadas de una sensación de ansiedad casi palpable— es muy probable que seas un "tecnoestresado".
El estrés tecnológico no es nuevo, pero cada vez es más frecuente.
La psicóloga Michelle Weil y el educador Larry Rosen acuñaron por primera vez el término "tecnoestrés" en un libro homónimo de 1997, en el que explicaron cómo el uso continuado de la tecnología puede tener efectos psicológicos, como la adicción.
¿Cómo afecta el tecnoestrés?
- irritabilidad, nerviosismo y ansiedad
- dolores de cabeza
- trastornos gastrointestinales
- episodios de frustración
- falta de concentración
- dolores de espalda
- trastornos de sueño e insomnio
"El tecnoestrés es un problema real y reside en la interacción entre el usuario de la tecnología y la tecnología en sí misma", explicó un año después en una conferencia sobre el tema la psicóloga Nina Davis-Millis, quien trabaja para el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos.
Davis-Millis dijo que el tecnoestrés es "la condición resultante de tener que adaptarse a nuevas tecnologías" o al hecho de que la tecnología sea "inadecuada".
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Pero por aquel entonces el fenómeno apenas acababa de nacer.
Hace ya más de dos décadas todavía no existían ni WhatsApp ni Instagram, ni estábamos tan conectados como lo estamos ahora.
Los peligros de la "conectividad constante"
El gigante estadounidense Microsoft acaba de publicar un informe sobre el tecnoestrés basado en una encuesta a 20.000 trabajadores en más de 20 países europeos.