En Texas, Estados Unidos, el padre de un hombre que lleva 11 años en el corredor de la muerte está pidiéndoles a las autoridades que no ejecuten a su hijo el próximo 22 de febrero.
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Lo inusual es que el padre, Kent Whitaker, no está haciendo la solicitud solo por motivos de compasión, sino como víctima de la matanza que ordenó perpetrar su propio hijo.
Thomas "Bart" Whitaker, quien ahora tiene 38 años, fue sentenciado en marzo de 2007 por haber encargado el asesinato de Kent, su esposa Patricia, y su hermano menor, Kevin, para quedarse con la herencia familiar de más de US$1 millón.
Kent sobrevivió al ataque ocurrido una noche de 2003, pero Patricia y Kevin murieron.
Whitaker defiende que su hijo no sea ejecutado porque es el único miembro de su familia directa que sigue vivo. Argumenta, además, que su familia nunca pidió que le dieran la pena capital.
"Hemos luchado por años para superar el duelo tras haber perdido a Kevin y Tricia. Y ahora vamos a empezar a revivir todo otra vez", dijo el lunes en una entrevista con la BBC.
A mediados de enero, los abogados de Thomas introdujeron una petición ante la Junta de Perdones y Libertad Condicional de Texas para que esta recomiende al gobernador que conmute la sentencia a cadena perpetua.
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Pero las autoridades, hasta ahora, se han mantenido firmes en su condena.
Whitaker dijo a la BBC que sus fuertes convicciones religiosas hicieron que perdonara a su hijo, aunque el camino para hacerlo no fue sencillo.
Una cena que acabó en tragedia
"La noche en que mi esposa y mi hijo murieron y yo recibí un disparo, habíamos salido a cenar para celebrar la supuesta graduación de la universidad de mi hijo mayor, Bart", recordó Whitaker en conversación con la BBC.
"Kevin entró y mi esposa estaba justo detrás de él. Escuché ruidos y luego me encontré con una persona enmascarada a unos dos metros de mí. Me disparó en el pecho y caí sobre el porche. Luego escuché un cuarto disparo y me di cuenta de que también habían herido a Bart".
Dos helicópteros trasladaron a Whitaker padre y a su esposa a una clínica desde su casa en Sugar Land (al suroeste de Houston), mientras que Bart fue llevado en ambulancia a un hospital. Kevin murió casi de inmediato.