Como los juguetes que no gustan a los niños, la ropa que la gente compra en la actualidad despierta lástima: está siendo usada cada vez menos.
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El auge de los fabricantes de fast fashion, esa ropa que pasa rápidamente de las pasarelas a los consumidores y poco después al olvido, implica que los compradores pueden conseguir las prendas que están de moda casi inmediatamente después de que son diseñadas y, con la misma velocidad, dejarlas de lado para montarse en la ola siguiente.
Muchos de nosotros intentamos librarnos del sentimiento de culpa que genera la ligereza con la que consumimos la moda llevando esa ropa que apenas usamos a tiendas de caridad.
De acuerdo con la ONG Oxfam, solamente el año pasado las donaciones que recibieron se incrementaron 2%.