Gwynne Evans fue una de las dos últimas personas en ser ahorcadas en Reino Unido en 1964. Un mentiroso compulsivo condenado por asesinar a un hombre que era su amigo y quizá también su amante.
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Pero según abogados penalistas que revisaron ahora la documentación rescatada por la BBC, Evans podría haber sido víctima de un gran fallo de la justicia.
Informes médicos publicados este año por los Archivos Nacionales británicos demuestran que Evans, ahorcado cuando tenía 24 años, tenía serios problemas psicológicos.
Pero sus abogados no intentaron alegar responsabilidad atenuada por esta condición, que de haber sido aceptada, podría haberle salvado la vida.
El crimen
En la madrugada del 7 de abril de 1964, la policía acudió alertada por los ruidos a una casa en Seaton, Inglaterra.