Colombia no sólo es el país más corrupto del planeta, como lo muestra el más reciente informe de Transparencia Internacional, la oenegé alemana que investiga el manejo de la cosa pública en más de cien países del mundo, sino también uno de los más criminales. Bastaría con mirar los grupos políticos que se turnan el poder cada cuatro años en las cinco regiones de la geografía nacional para comprobar que la administración de los departamentos y sus respectivas capitales están en manos de verdaderos clanes mafiosos. Alí Babá y sus cuarenta ladrones resultarían siendo hoy unos angelitos si se compararan con los políticos de la costa Caribe, esa olla podrida donde el manejo de los dineros públicos no alcanzaría el 2.5 en una clasificación del 1 al 10.
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Allí el periodismo de denuncia, como la ética política, no existe. La gran mayoría de las estaciones radiales y medios impresos están en manos de los mismos que administran el poder. Hay un consenso periodístico implícito de no tocar los callos de las administraciones. En Barranquilla, por ejemplo, ningún medio habla de los delitos de Alejandro Char, de las más de 87 investigaciones abiertas en su contra en la Procuraduría, Contraloría y Fiscalía, ni de las razones de por qué ninguna de ellas, hasta ahora, ha prosperado después de tantos años de instauradas. En este sentido, la independencia de algunos medios barranquilleros podría contarse con los dedos de las manos y, sin duda, sobrarían nueve. Denunciar al miembro más visible de ese oscuro imperio es exponerse no sólo a quedar sin trabajo, o ser satanizado para conseguir otro en Charlandia, sino también a perder accidentalmente la vida.
Una serie de inexplicables coincidencias podrían dar razones de lo anterior. A principios de 2020 algunos medios colombianos conocieron un audio de Luis Enrique Guzmán Chams, un reconocido ganadero y contratista que denunció a Alex Char ante la Fiscalía por exigirle una coima de 2.300 millones de pesos correspondiente al contrato del tanque de agua de la ciudad. La periodista María Jimena Duzán publicó algunos aspectos de ese audio en su entonces columna de la Revista Semana. Ahí se puede escuchar una frase explosiva de las explosivas declaraciones de Guzmán Chams.
“Métete algo en la cabeza: al alcalde Char no lo toca nadie. ¡El alcalde Char es intocable!”, le dijo en tercera persona el entonces mandatario local al contratista. Este, por supuesto, recibió luego amenazas de muerte. Las denuncias pasaron a la Fiscalía General que dirigía por entonces Martínez Neira y, desde entonces, no se ha sabida nada de la investigación.
Siete meses después de estas revelaciones, María Isabel Llach, funcionaria de la Procuraduría que investigaba una serie de denuncias sobre las presuntas irregularidades en la expedición del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), y que un año antes había abierto una investigación preliminar en contra de Elsa Noguera y Alejandro Char, ya que el decreto expedido por la alcaldía de Noguera hacía caso omiso de las restricciones que había para construir en Isla de la Loma, una zona verde de 96 hectáreas, al norte de Barranquilla, a orillas de la desembocadura del Río Magdalena, fue encontrada muerta en su residencia del barrio Betania. Las primeras hipótesis policiales daban cuenta de un posible robo y asesinato, pero después estas fueron descartadas, pues los cuerpos no presentaban señales de violencia y nada, al parecer, había sido hurtado de la residencia. Sin embargo, los rumores y comentarios que se suscitaron días después en las redes sociales hacían referencia a un posible asesinato relacionado con su trabajo, en particular con las investigaciones que relacionan al clan Char con Isla de la Loma, ese enorme pulmón de la ciudad en el que Alejandro ha deseado, desde su primera alcaldía, construir un conglomerado urbanístico con vista al mar y al río.
Pero esta serie de inexplicables y extrañas coincidencias podrían relacionarse también con la repentina muerte de Lola Salcedo, como lo sospechan los periodistas Gonzalo Guillén y Eva Durán. Esta última escribió, días después de que se encontrara el cadáver de la veterana comunicadora en su casa de Puerto Colombia, Atlántico, un duro artículo en el portal La Nueva Prensa en el que descarta de plano el supuesto suicidio.
En un aparte, Durán asegura:
“Lola no tenía motivos para suicidarse, tal y como afirman las autoridades que intervinieron. No tenía problemas económicos ni sentimentales. Hacía planes todavía. Con uno de sus hermanos había acordado salir a comprar un televisor ese domingo por la tarde. El día anterior, sábado 2 de enero, había hablado con una de sus mejores amigas, directora de una fundación en Puerto Colombia, y estaba de excelente humor, tranquila, equilibrada, positiva, sin preocupaciones ni sobresaltos. Quedaron en que desayunarían juntas y caminarían por la playa, al día siguiente. Esa mañana la encontraron muerta. Lola era una persona muy organizada, disciplinada. Quienes la conocieron sostienen que si ella hubiera tomado la decisión de acabar con su vida, habría dejado sus asuntos resueltos y no una agenda abierta por cumplir y, lo más importante, habría dejado una carta de despedida”.
Guillén, quien se ha destacado por sus acertadas y contundentes denuncia contra la corrupción política en Colombia, y quien ha sido amenazado de muerte en numerosas ocasiones, escribió el siguiente trino:
“Tras la necropsia correspondiente, Medicina Legal desmintió el dictamen irresponsable, ilegal, mentiroso y apresurado de la Policía Nacional en el sentido de que la periodista Lola Salcedo se suicidó. Es falso. Fue homicidio”.
En el mismo sentido, la periodista María Jimena Duzán publicó, horas después de que la noticia de la muerte de Salcedo estaba siendo difundida en todos los portales de los medios del país, un tuit en el que lamenta el inesperado deceso de su colega y dejaba ver su valentía para cuestionar el poder de los Char:
“Conocí a Lola Salcedo hace muchos años. Una mujer de un solo pieza, verraca. Dejé de verla, pero leía de vez en cuando sus artículos en El Heraldo. Era de las pocas periodistas que se atrevía a cuestionar el reinado de los Char y a lo mejor por eso la sacaron. Lamento su muerte”.
Eva Durán sostiene en su artículo que la muerte de la periodista tiene que ver con las amenazas que había recibido en meses anteriores. Y para ello toma como referencia las declaraciones del periodista Henry Forero, compañero de cabina de Salcedo en un programa radial, quien aseguró lo siguiente:
«Yo hablé con ella el primero. Nos dimos el Feliz Año Nuevo y quedamos en reanudar el programa el 12 de enero. El 2 llamó a Elvis Martínez, mi programador, y quedó en iniciar grabaciones, y hasta le envió una plata de aguinaldo».
La vida y obra de Lola Salcedo merece una investigación a fondo sobre su trágica muerte. Muchas preguntas y ninguna respuesta.
En Twitter: @joaquinroblesza
E-mail: robleszabala@gmail.com
(*) Magíster en comunicación.