La casa de modas de Judy Hazbún, ubicada en el sector de Villa Country, está llena de vida todo el día. En sus amplios salones corren, sueñan y vibran dos jóvenes talentos del Caribe que han sido acogidos bajo la tutela de esta creadora. Entre ellos, se destacan los estudiantes Carlos Sierra de Sincelejo y Mauro Gándara de Barranquilla.
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Un emotivo momento se vivió durante la presentación de la primera colección de novias que lanzó la diseñadora barranquillera y que presentará en el Cali Expo Show este viernes.
La creativa en compañía de su madre, ‘la aguja de oro’, Amalín de Hazbún, rodeadas de organzas, tules, crepes, mikados, mallas bordadas, chifones y demás materiales no solo se dedicaron a promover su marca sino que además mostraron a su equipo humano, aquellos que están de la costura perfecta.
“Las flores que llevarán las modelos están hechas a mano por talento joven, porque queremos siempre apostarle a la juventud. Quisimos hacerle un homenaje a mi madre que en 1972 fue bautizada como ‘la aguja de oro’ de Colombia y agradecerle por haber recibido de ella esta herencia en vida”, dijo Judy a PUBLIMETRO.
Tejiendo historias
El impulso que le dio una amiga fue suficiente para que Carlos tuviera el valor suficiente para acercarse a mostrarle sus diseños a Judy durante un conversatorio que dictó la modista en Sincelejo.
“Carlos está junto a mi hace dos años y no ha sido fácil para él. Todo se lo ha ganado con su esfuerzo pero creemos en la juventud y Mauro es representante de lo alternativo de la moda porque es bailarín, es diseñador, hace de todo y es un artista elaborando flores. No sería nada sin la compañía ni la resistencia que me han tenido”, explicó Judy.
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El probador del taller en un espacio cálido de grandes ventanales donde se filtra la luz natural, el centro del lugar lo ocupa un enorme y reluciente espejo de pared a pared. Allí, la matrona de la casa, Amalín de Hazbún, revisa personalmente en modelos de carne y hueso los detalles de la colección de su hija. “Esta es la prueba de fuego. Lo que mami vea que está mal, está mal hecho y hay que repetirlo”, advierte Judy.
‘La aguja de oro’ se toma todo el tiempo y toca las piezas mientras desliza su mirada escrutadora detrás de sus lentes para dar su veredicto final.
“Uno tiene que tener mucha fortaleza, muchas ideas en la cabeza para crear, tener disciplina y que nos gusta esto y lo amamos”, destaca la maestra, mientras Carlos toma nota de todos los detalles que señala una de sus mentoras.
Judy recordó cómo los dibujos del joven sincelejano la conmovieron. “Se acercó me mostró sus ‘sketchs’ porque en Sincelejo estaba estudiando arquitectura y allá no existe la carrera de diseño de modas. Yo cuando vi sus diseños lo contraté enseguida porque vi el talento que tenía y el potencial que podía dar”.
Actualmente Carlos cuenta con su propia habitación en la casa de modas, tiene un sueldo y obtuvo una beca de Diseño de Modas en la Universidad Autónoma del Caribe, donde estudia cuarto semestre y sueña en un futuro con abrir su propia marca.
“La experiencia junto a Judy es muy interesante. Todos los días se aprende algo nuevo, todos los días se crea algo nuevo y lo genial de estar en el taller es la misma experiencia. Conoces mucho más de la moda, de cómo manipular los detalles, para que estos generen comodidad en las prendas”, contó Sierra.
Hoy es el asistente personal de Judy y el encargado de los desfiles, el ‘styling’ de las modelos, la atención a las clientas y la creación de las colecciones ‘prêt-à-porter’ de la marca.
“Quiero tener más experiencia en el taller y aprender más sumergirme más en el tema del hacer diario”, aseguró.
También ha sido, según sus maestras, muy aplicado con la pedrería que es una de las técnicas más exigentes y con la elección de los materiales, caídas y vuelos de las telas. “Es el misterio de saber escoger qué material es preciso para que el efecto sea único”, expuso.
Una casa integral
Mauro Andrés Gándara, quien era practicante del SENA, llegó a la vida de la casa por el portón principal. “Vino aquí, tocó la puerta y dijo: “mire señora Judy yo quiero trabajar con usted” y aquí está”, resaltó Judy.
El joven de 22 años, nació en Barranquilla, en el barrio Santo Domingo, estudió en el Colegio Fe y Alegría, es técnico en patronaje y tecnólogo en Diseño de Modas. “Quisiera seguir mi carrera profesional y sé que con el favor de Dios se va a dar”, afirmó.
El creativo también baila y dicta un taller con un entrenador de temas emocionales junto a otras clases de yoga y danza que practican otros maestros en el patio de esta casa en las noches.
“Trabajar aquí es una cosa loca, una experiencia muy linda. Cuando era practicante del SENA mi sueño era poder trabajar con una diseñadora de primer nivel y aquí lo estoy viviendo”, expresó Mauro con un gesto de gratitud.
En la actualidad es el encargado de la producción y de ponerle lo que él llama “el plus, la alegría y el sabor” a todo lo que la diseñadora crea. Destaca que de su maestra aprendió a “estar siempre enfocado en lo que quiere”.
21 personas conforman el equipo de la marca Judy Hazbún, con empleadas que llevan 32 años en su taller, la misma edad de esta firma, cosiendo hombro a hombro junto a ella. De su talentosa madre, Judy destacó que lo más importante que le ha enseñado es a superar todos los obstáculos.
“He aprendido de mi mamá lo que significa la perseverancia y que no hay nada muy grande o difícil que no puedas hacer y que ningún dolor o sufrimiento te puede detener. Que no te puedes dedicar a llorar, que te tienes que dedicar es a vender pañuelos ¡Te quedó claro!”, concluyó, entre risas.
La cifra
32 años cumple la marca de Judy Hazbún en Barranquilla.
La frase
“Siempre queremos apostarle a talento joven del Caribe”.