La Fiscalía dio a conocer detalles de la operación de una de las bandas de la zona: el “Clan Romero”. La investigación fue conocida por Caracol Radio e indica que ganaban cerca de 5 mil millones de pesos por licor adulterado.
Miguel y María Romero son dos hermanos, propietarios de varios locales comerciales del lugares, quienes se encargaban de coordinar la producción, distribución y venta de los mismos.
Recicladores, menores de edad, delincuencia común y hasta policías y jueces hacían parte de la red delincuencial, por lo que, por muchos años, pasó desapercibida.
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Para operar, en el sur de Bogotá había dos empresas de reciclaje legalmente constituidas a donde llegaban recicladores para vender botellas de licor que encontraban dentro de la basura. Los precios oscilaban entre los $1000 y los $5000 por envase.
Luego las sometían a actividades de limpieza para luego llenarlas con alcohol artesanal, químicos y colorantes. Posteriormente, instalaban los sellos, tapas y estampillas y se pasaban a la Policía para ser comercializadas.
Una red de uniformados de la estación de Los Mártires, de acuerdo con información de la Fiscalía, coordinaban la ruta de los camiones para llevar las bebidas alcohólicas a San Andresito.
Los menores de edad, por su parte, se dedicaban a “recordarles” a los otros comerciantes que en esa zona las botellas de licor adulterado tenían que moverse luego de obtener el “visto bueno del Clan Romero”.
Familiares y conocidos de los jueces, presuntamente se encargan de alertar sobre posibles operativos en la zona y, en caso de ser necesario, entorpecían las investigaciones.