El feminicidio de la teniente María Camila Mora Maecha, de 27 años, ocurrido el pasado 26 de noviembre en el Cantón Norte de Bogotá, continúa estremeciendo al país y encendiendo las alarmas sobre la violencia de género dentro de entornos institucionales. La familia de la oficial, a través de su abogado, reveló nuevas y contundentes hipótesis que apuntan a que el mayor Pablo Masmelas habría actuado con premeditación y plena conciencia de sus actos.
En entrevista, el abogado fue categórico al asegurar que no existe duda sobre la responsabilidad del Mayor. “La persona que le quitó la vida a la teniente María Camila Mora es el señor Pablo Masmelas. Eso ya no está en lo presunto, está demostrado”, afirmó, descartando el uso del término “presunto” y señalando la gravedad del caso dentro de un recinto militar supuestamente seguro.
Nuevos detalles del caso Camila Mora: arma ilegal, testigo clave y señales de premeditación
Según su relato, María Camila Mora había llegado a Bogotá para asistir a un concierto y pasó brevemente por el Cantón Norte para recoger a una amiga. Allí, el Mayor habría aprovechado la confianza que la teniente sentía dentro de un entorno castrense para obligarla, mediante fuerza, a regresar a su vehículo. La amiga, quien se encontraba en su vivienda fiscal, escuchó el grito de auxilio de la oficial, y al acercarse encontró el carro envuelto en la humareda producida por los disparos y a ambas personas sin vida.
Un aspecto crítico de la investigación es la arma utilizada. No pertenecía al armamento oficial del Mayor y, además, no tenía salvoconducto. En su habitación se hallaron otras dos armas sin permisos, lo que refuerza las sospechas sobre un actuar sistemático y riesgoso. Para la familia, estos elementos consolidan la hipótesis de una planeación previa: Masmelas conocía los movimientos de la víctima y sabía que pasaría a recoger a su amiga. La teniente, además, había terminado la relación con él más de tres meses antes.
El caso también podría revelar un patrón de violencia: el Mayor tenía una anotación en su hoja de vida por amenazas contra su expareja, con quien tiene una hija. Para los allegados de Mora, una mujer descrita como dedicada, brillante y respetada, este antecedente refuerza la necesidad de revisar con urgencia los protocolos de seguridad al interior de las instituciones militares.
Aunque la acción penal contra el agresor terminó con su muerte, la familia busca sentar un precedente mediante cuatro acciones fundamentales. En primer lugar, exigir la responsabilidad del Estado, pues consideran que hubo fallas en los protocolos que debían proteger a la oficial. En segundo lugar, emprenderán acciones de responsabilidad civil contra el patrimonio del Mayor y cualquier reconocimiento militar que pudiera haber recibido. También impulsarán medidas para fortalecer la seguridad de las mujeres en estamentos militares, advirtiendo que, bajo las mismas condiciones, cualquier otra mujer podría estar en riesgo.
Finalmente, como homenaje póstumo, el hermano de la víctima impulsará la creación del Premio Nacional María Camila Mora Maecha, destinado a reconocer anualmente a mujeres militares destacadas en Colombia, perpetuando así la memoria y el legado de la joven teniente.

