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‘Ximénez’, el gran fabulador de Bogotá

El escritor Andrés Ospina rescata del olvido a José Joaquín Jiménez (1911-1946) , el gran periodista de los años 30 y 40 en el libro que lleva el apodo por el que el reportero  fue conocido: ‘Ximénez’. Allí relata la vida de quien fuese uno de los mejores narradores de una ciudad nostálgica, pero también oscura, y de quien hizo de la invención y de la fábula una fórmula para atraer lectores y de cierta manera, hacer literatura.

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PUBLIMETRO conversó con el autor sobre este fascinante   personaje, que le dio a la gris Bogotá de aquél entonces  bandidos y poetas ficticios como Rodrigo de Arce para entretenerse, y a quien la historia no le ha hecho justicia.

¿Cómo ve usted a ‘Ximénez’ hoy en día?

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Era un hombre que amaba la aventura y que al haber sido dotado de una mente tan imaginativa y tan especialmente romántica, se dio al oficio de ser un contador de historias de tiempo completo. Él buscó en toda Bogotá, y en el país, historias que vinculaban mucha ficción. Aparte de eso, era un alma muy noble, él quería a la gente. Era sensible con los desfavorecidos, y por eso sus crónicas eran de emboladores, de criminales y hamponzuelos de barrio. También fue uno de esos escritores confinados a la sala de redacción, que por el tráfico cotidiano de la supervivencia, se centran solamente en cumplir las misiones que les imponían sus respectivos medios.

¿Por qué siempre quería fabular, y fabular?

Él era Quijotesco. Tenía el mismo estilo del personaje. El Quijote veía todo el entorno de miseria como un entorno de leyenda. Pero creo que en eso consiste escribir.

¿Por qué creyó  ‘Ximénez’ que el periodismo de aquel entonces era tan aburrido como para inventarse a  Rodrigo de Arce?

Bogotá era, y sigue siendo, muy aburrida en aquel entonces. No llegaba a los 500 mil habitantes. Por lo tanto, no había todos los días historias que contar, y él, inteligentemente, para saciar la voracidad de los lectores que lo seguían en el periódico, lo que hizo fue darles diversión. Y creo que hizo más literatura que periodismo, lo que me parece muy bonito.

‘Ximénez’ fue uno de los casos más notorios en los que el periodista coloca versos en las notas. ¿Por qué creía ser bueno, cuando personajes como Enrique Santos Montejo (‘Caliban’), lo veían tan malo?

Era mal poeta. El bisabuelo, Jose Joaquín Ortíz Rojas, era un poeta místico, de esos que escribían poemas a la Virgen.  Su padre también era un poeta que también hacía versos. Bogotá era una tierra de poetas. Si miramos la historia, los cronistas siempre la caracterizaban como una ciudad de poetas. ‘Ximenez’ fue heredero de esa tradición. Pero era tan mal poeta, que los piedracielistas lo detestaban porque sentían que él violentaba los cánones de la poesía. Trivializaba el oficio, y por eso se ganó varios enemigos dentro de los mismos cafés. Además, que podríamos decir que en ese entonces Rodrigo de Arce era un poeta muy popular entre la gente del común.

Él se inventó un bandido, ‘Rascamuelas’,   y casi hace quedar a la Policía como un zapato. Incluso, era un bromista incorregible.   ¿Tuvo alguna consecuencia grave por hacer esas cosas?

‘Ximénez’ podía tener en jaque a políticos y a generales, pero tenía alma de niño. A él lo apodaban ‘El Niño de la Muerte’. Porque podía hacer bromas pesadas en la redacción, era insufrible e insolente, pero tenía la sensibilidad de un anciano, ya que para ese entonces ya hablaba de ‘La Puerta Falsa’, de la Calle de las Esmeraldas, y de su obsesión con la muerte. Hacía poemas para los suicidas. Paradójicamente, poco antes de que el muriese, fue fundada una agremiación de periodistas, que compraron un mausoleo en el Cementerio Central para ser enterrados allí. Y sobre esto, escribió una frase que decía “Quien se empeña en trabajar para la muerte, nunca alcanzará la gloria en vida”, y de cierto modo esa fue su historia. No sé si los suicidas del Salto (de Tequendama) lo jalaron, o qué habrá sucedido con él.  

¿Cuál es el punto de inflexión entre el Jose Joaquín inocente y aventurero, y el ‘Ximénez’ obsesionado con la muerte y la miseria?

Hay tres  cosas que lo determinan a él en la vida.Si tu buscas en este momento a Jose Joaquín Jiménez, lo dan nacido años luego de su verdadero nacimiento. Tú ves ‘El Tiempo’ de 1946, y dicen que murió a la tierna edad de 29 años. Sí murío joven, pero toda su vida tuvo que mentir para salvar el nombre de sus padres, tuvo que acostumbrarse a contar una historia. Su identidad era una mentira. Creo que ni  sus conocidos, ni sus amigos  íntimos, ni nadie supo la verdadera edad que tenía.Segundo, uno de sus padrinos, amigo de su padre, le regaló un Don Quijote con anotaciones, y eso condicionó su vida de un modo muy especial, ya que lo convirtió en un gran aventurero. Y por último, está la pérdida de su padre. Y bueno, él hizo miles de cosas y quiso ser siempre  un marino, y al no convertirse en eso creó un universo de fantasías. Y esos son los hechos que lo convierten en personaje de cuento.

¿Cómo pudo ser alguien como ‘Ximénez’ aceptado en medio de una sociedad tan cerrada como la de Bogotá en los años 30 y 40?

Yo creo que él era superdotado para la escritura, y su grandeza se la debió a su inmenso talento. Si tienes ese poder y lo sabes manejar, y si eres carismático y tan especial como el, tienes ya las cosas ganadas. Pero a pesar de ser reconocido, no fue nunca adinerado, y  en la aristocracia bogotana fue siempre visto como bastardo.

¿Tendría cabida un ‘Ximénez’   hoy en día?

Como ser humano no sería discriminado. Pero como periodista que trabaje en un periódico, no sería posible. ¿Te imaginas a un ‘Ximénez’ redactando notas de dos páginas completas donde hay un muerto sin verificar fuentes, donde redacta poemas de un personaje que no existe, donde hay datos inexistentes? De hecho, en aquella época, hay cartas de lectores sobre los que ‘Ximénez’ hacía notas y ellos decían: “Adoré su nota, pero ¿por qué colocó tantas mentiras sobre mí?”.

¿’Ximénez’ podría catalogarse como un talento excepcional , o como simplemente alguien con suerte?

  Su mentor, ‘Calibán’ (el entonces director de ‘El Tiempo’, Enrique Santos Montejo), decía que él era el periodista más inteligente que había conocido en su vida. Y si lo dijo alguien como él, es que era cierto. Y desde mi punto de vista humilde, como lector cualquiera, lo corroboro. Ahí veo mucha pasión por el oficio de escribir.

¿Por qué alguien tan talentoso y tan reconocido en aquel entonces, se perdió en el olvido?

Creo que sufrimos de amnesia. Una que es crónica, viral, patológica y colectiva.

¿Pero por qué Jose Antonio Osorio Lizarazo, y Felipe González Toledo, siendo sus contemporáneos y otros dos grandes narradores de lo que fue Bogotá , no corrieron con la misma suerte?

Felipe González Toledo ejerció el periodismo hasta el final de su vida, hasta los años 90. Osorio Lizarazo, por su parte, dejó una obra publicada en volúmenes. Publicó libros en vida, ficciones. Era un personaje muy estudiado. No se quedó solo como periodista. Llegó a vivir un poco más, y todavía hay gente que da fe que existió. Pero infortunadamente, la gente que conoció a ‘Ximénez’ ha ido muriendo, o por la edad ya es difícil entablar una conversación con ellos. Y la gente tampoco lo estudió mucho, por eso en su biografía hay datos inexactos.

¿Qué fue de la familia de’ Ximénez’?

Luego de que murió ‘Ximénez’, pasan varias cosas. El 9 de abril, por ejemplo. Hubiese sido maravilloso leerlo narrando ese acontecimiento. Luego vienen las presidencias conservadoras y la dictadura de Rojas Pinilla. La esposa de ‘Ximénez’ consigue puesto como secretaria, pero para ese entonces (mitad de los años 50) ,las cosas se ponen difíciles, y se mudan a California. El hijo de Ximénez es un norteamericano colombiano que no sabía mucho de su padre. Sus descendientes son norteamericanos.

¿En qué cree usted que ‘Ximénez’ superó a sus contemporáneos?

‘Ximénez’ en lo literario es más fascinante que ellos por cómo vivió y como murió, ya que lo hizo joven y en el ejercicio de su trabajo.

‘Ximénez’, de Andrés Ospina. Editorial Laguna Libros. Stand 434- pabellón 3, Feria del Libro 2013.

 

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